Las grandes empresas y líderes globales acatan y asumen el creciente intervencionismo y el avance del socialismo empobrecedor porque los segundos perpetúan su poder y su control sobre los ciudadanos y las multinacionales tienen músculo financiero y tamaño suficiente como para absorber los efectos perniciosos, ya que todo el efecto devastador del aumento masivo de deuda y masa monetaria, gasto público, impuestos, barreras al comercio y el progreso recaen sobre las pequeñas empresas y las familias.
¿Quiénes sufren el efecto devastador sobre la renta disponible de esos gigantescos y mal llamados “planes de estímulo” gubernamentales que no estimulan nada, dejan un rastro masivo de deuda y de empobrecimiento por mayor inflación? Las clases medias y las pymes.
Es por ello por lo que se da un triste incentivo perverso. Los líderes empresariales que deberían poner en valor el éxito de la inversión productiva y el libre mercado tienen miedo a que se lance la turba intervencionista y canceladora a atacarles y, por ello, prefieren mirar a otro lado o incluso financiar el avance de las ideas liberticidas esperando que les dejen trabajar e invertir en paz. No funciona. El colectivismo marxista no se frena blanqueándolo. No nos debe sorprender cuando vemos cómo este neocomunismo disfrazado de causas sociales ataca con más crudeza todavía a aquellas empresas y líderes que han abrazado sus falsos mensajes.
El ejemplo de Argentina es evidente. La izquierda entre 2007 y diciembre de 2023 ha mirado a otro lado ante el aumento masivo de la pobreza y la inflación desbocada. Tenían incluso la desvergüenza de justificar que la inflación era “multicausal” y que la pobreza estaba mal calculada. El silencio ensordecedor de la izquierda ante el desastre humanitario y también ecológico creado por el socialismo en Venezuela, Nicaragua, Argentina y otros países demuestra que no les importa nada el bienestar de los ciudadanos o el cuidado del medio ambiente, sino utilizar causas aparentemente inocuas para tomar el poder y destruir la economía. Porque el objetivo de todo líder socialista es crear pobres clientes rehenes que dependan de un estado en el que esos líderes se enriquecen de manera obscena mientras el país se hunde. No se equivoquen, el estatismo no busca la redistribución de ricos hacia pobres, sino la redistribución de ricos hacia políticos.
En Davos, Milei ha sido un éxito y Sánchez ha fracasado. Con los últimos datos, 200.000 visualizaciones del discurso de Milei y 5.000 el de Sánchez. El mensaje de izquierda plañidera de Sánchez no solo ha pasado desapercibido sino que es falso. En 30 segundos contó ocho mentiras, incluyendo la falacia de que la inversión extranjera ha aumentado y es mayor que nunca, cuando ha caído un 23% en 2023 y está a un 40% de los niveles del pico de 2018 que tampoco era ninguna maravilla. Encima tuvo la caradura de decir que España es “un paraíso para las empresas” cuando hay 50.700 empresas cotizando menos que cuando llegó a La Moncloa. Afirma que el éxito de los negocios de las empresas depende de un estado fuerte cuando es falso. No existe estado de bienestar sin empresas potentes y productivas, y no existen servicios públicos si no se crea riqueza privada. El progreso no depende de un estado clientelar, extractivo y confiscatorio sino de una sociedad civil fuerte de individuos libres con instituciones independientes que funcionan como contrapeso al poder político. La seguridad jurídica y el atractivo inversor o el respeto a la legalidad internacional no lo defiende el poder político sino instituciones que lo frenan. El mundo no progresa gracias a los políticos como Sánchez sino a pesar de las trabas que ponen.
Milei arrasó diciendo la verdad. Los que callaron durante años con el destrozo económico de Argentina ahora le temen. El socialismo es un sistema empobrecedor que ha fracasado y que no debe defenderse por miedo a represalias. Milei recordó a las empresas que son los héroes de la reducción de la pobreza y el progreso y que la izquierda solo usa la excusa medioambiental y de género para imponer el totalitarismo. Sánchez mintió y Milei dijo la verdad. En todo el mundo, esas palabras han dado esperanza a los que sufren los intentos de cancelación, el ataque y el expolio del intervencionismo.
Lección para España: Si la oposición adopta sin tapujos las ideas de la libertad, arrasará al socialismo empobrecedor y al populismo extractivo. Si la oposición se entrega al blandengue e insípido objetivo de presentarse como socialismo confiscatorio “light”, fracasará.
» En 30 segundos contó ocho mentiras, …» No. Sánchez cambió de opinión ocho veces. Su «tesis doctoral» es una patraña, los «datos» que muestra siempre son más falsos que un euro de madera. En el libro de Raymond Dalio España aparece en declive total en todos los indicadores, mientras en algunas comunidades y ayuntamientos gran parte de los ingresos se van a pagar funcionarios. Y Sánchez vendiendo esto como un éxito. Uno entrega una solicitud de licencia de obra, pasa el tiempo y tiene que ir al mismo ayuntamiento a preguntar. Allí le dicen que ya se tramitó hacía veinte días pero no lo han notificado porque «han cambiado el sistema informático». Gran excusa que querrá decir que han pasado a la tablilla de arcilla babilonia y justifica la incompetencia, dejadez y el «que le den» al que paga impuestos y, por tanto, el salario, de tanto funcionario. Por supuesto el funcionario no va a llamar por teléfono al interesado (teléfono que constaba en la solicitud) para notificarle que la tiene concedida y que en unos días le llegará a su domicilio. Es el solicitante el que tiene que pedir permiso en el trabajo para ir a preguntar. La casta funcionarial es eso, una casta ante la cual el que les paga el sueldo se tiene que arrastrar. No es un servicio público sino que se sirven del público sabiendo que todo el mundo tiene que pasar por el aro, por su aro. Esto es en un ayuntamiento de 15.000 habitantes. Coloque Ud. placas fotovoltaicas y pida la exención del IBI a la que le da derecho el ayuntamiento de su pueblo: otra peregrinación. Multiplique por 8.000 ayuntamientos, y por cantidades fabulosas de mancomunidades, oficinas de impuestos de las diputaciones, cabildos insulares, comunidades autónomas y todo tipo de organismo oficial que se le ocurra y verá cómo se paraliza un país a base de funcionarios y «cambios del sistema informático», sin contar con la célebre «cita previa», hallazgo funcionarial digno de un Nobel, ya que andamos tan escasos de ellos, copiado por las empresas del «régimen»… del «régimen» del IBEX, quiero decir.