Davos: el fracaso del socialismo y la neoinquisición

En uno de los “debates” de Davos esta semana, uno de los contertulios afirmó: We must face it, Trump won, we lost (“debemos reconocerlo, Trump ganó, nosotros perdimos”).

Davos: el fracaso del socialismo y la neoinquisición

Es el resumen perfecto de aquello en lo que se había convertido Davos en los últimos años: un foro de repetición de mantras sectarios de un pensamiento único que no representa a nadie y que se sorprende cuando la mayoría no es la que ellos se creen que es.

El contertulio, en un “debate” en el que todos decían lo mismo, típico de este foro en los últimos años, expresaba su sorpresa ante la evidencia de que el mundo no es como se lo repite su sesgo de confirmación.

El foro económico de Davos dejó de ser un ejemplo de debate y puesta en común de ideas entre líderes económicos hace años. 

Ya en 2018 era preocupante ver el aumento exponencial de presentaciones pagadas por los gobiernos para que pareciese una validación de las políticas del ejecutivo de turno. Esa fórmula ha sido explotada de manera muy evidente por Sánchez, cuyo partido se vanagloria de recibir elogios del presidente del World Economic Forum cuando solo lee las preguntas que le han redactado los asesores de Sánchez en una presentación promocional pagada por todos nosotros.  

Entre 2018 y 2023, Davos se convirtió en un foro de propaganda socialista, especialmente fallido por la falta de honestidad que rezumaba todo. Como anécdota, recordar aquella danza de “indígenas” (todos suizos, por otro lado) bailando para salvar el planeta.

Muchos líderes en Davos cayeron en el sesgo de confirmación, pensando que, si todo lo que se repetía allí era intervencionismo y socialismo, entonces había que arrodillarse ante esa tendencia. Qué gran error.

Davos pasó de liderar a seguir, llenando sus presentaciones con mensajes vacíos de líderes que prestaban más atención a la presión de activistas minoritarios que a los problemas globales. Los líderes se convertían en siervos del estatismo depredador.

El foro económico de Davos dejó de ser un ejemplo de debate y puesta en común de ideas entre líderes económicos hace años

Davos se había convertido en una pasarela de líderes inclinados ante el altar del intervencionismo más dañino. Por cobardía o interés, muchos asistentes bajaban la cabeza y tragaban las ruedas de molino que llegaban de la indigencia intelectual del socialismo. Afortunadamente, llegó Milei y miles de personas empezaron a entender que no estaban solas, que no hay que asentir ante las propuestas liberticidas.

Davos abrazó la Agenda 2030, las aberraciones del Foro de Sao Paulo y el intervencionismo europeo y, en vez de ser un foro de innovación e ideas de progreso, se convirtió en una mala copia del Grupo de Puebla.

Sesión tras sesión, te tenías que tragar imbecilidades sonrojantes: Propuestas de eliminación de libertades civiles, cancelación de libertad de expresión, exigencias de plegar los intereses empresariales a las demandas gubernamentales, alabanza vomitiva del estatismo más abyecto, glorificación de las idioteces repetidas por adolescentes mediáticas etc.… Salías de Davos como si hubieras salido del Campus de la Universidad de Podemos y, lo mejor que escuchabas era que “total, no se va a aplicar nada”.

El fracaso de Davos es la evidencia de la falta de liderazgo de una élite económica doblegada por la neoinquisición. Ese fracaso es una oportunidad perdida, porque un Davos potente, donde se tomen decisiones, es muy importante.

Esa élite que se acobardó ante el avance del acoso del que la izquierda es muy culpable, porque no tenía por qué haberse entregado a esta secta del pensamiento único. Debería haber liderado la respuesta al intervencionismo desde la fuerza de la verdad y la razón. Prefirieron venderse a la mentira.

Davos abrazó la Agenda 2030, las aberraciones del Foro de Sao Paulo y el intervencionismo europeo

Parte de esa élite no solo se acobardó ante los nuevos Torquemada, sino que miró hacia otro lado o participó activamente en la cancelación profesional y veto personal de los que defienden la libertad. 

No fueron todos. Algunos grandes empresarios españoles del Ibex 35 siguieron dando la batalla de la libertad y el capitalismo. Muchos gestores, empresarios y líderes dejaron de acudir a ese aquelarre suizo de entelequias intervencionistas.

El primer discurso de Milei en Davos fue como un gigante sopapo al rebaño adormecido, anestesiado ante el marxismo cultural. El de esta semana ha sido simplemente épico.

“Si bien la esperanza ha renacido es nuestro deber moral y nuestra responsabilidad histórica desmantelar el edificio ideológico del wokismo enfermizo. Hasta que no hayamos logrado reconstruir nuestra catedral histórica, hasta que no logremos que la mayoría de los países de Occidente vuelvan a abrazar las ideas de la libertad, hasta que nuestras ideas no sean la moneda común de los pasillos de eventos como este, no podremos bajar los brazos porque, debo decir, foros como este han sido protagonistas y promotores de la agenda siniestra del wokismo que tanto daño le está haciendo a Occidente. Si queremos cambiar, si queremos verdaderamente defender los derechos de los ciudadanos, primero tenemos que empezar por decirles la verdad”, remarcó.

Y la verdad es que “buena parte del mundo libre aún prefiere el confort de lo conocido, aunque sea el camino equivocado e insiste en aplicar las recetas del fracaso. Y el gran yunque que aparece como denominador común en los países e instituciones que están fracasando es el virus mental de la ideología woke. Esta es la gran epidemia de nuestra época que debe ser curada, es el cáncer que hay que extirpar”.

El WEF de Davos debe pedir perdón por haber dado alas al socialismo más dañino y a las ideas liberticidas, desde el “no tendrás nada, pero serás feliz” hasta “las empresas deben olvidar los objetivos económicos”. 

El fracaso de esa aberración en la que se convirtió Davos es la evidencia de que el consenso es la mediocridad. El pensamiento único es la podredumbre. El socialismo es la miseria. Bienvenido sea el nuevo Davos si vuelve a ser un foro de libertad y debate serio, no de mantras intervencionistas.

El viejo Davos debe pedir perdón porque este socialismo de ricos ha frenado la reducción de la pobreza, ha traído el fantasma de la inflación, ha disparado la deuda y los impuestos y ha hundido a la clase media. No se disculparán, pero nos conformamos con su cambio de postura. Los cancelados y vetados no desaparecieron: Lucharon y ganan porque tenemos razón. 

La libertad avanza y estos líderes, que dejaron de liderar para rendirse ante el activismo, pueden unirse a la ola de libertad o perecer.

El Davos de la nueva inquisición ha fracasado. Tú ganas. Lucha.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

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