J. POMÉS Y J. AYESTARÁN
El economista y gestor de fondos de inversión Daniel Lacalle (Madrid, 1967) comenzó su carrera en gestión de carteras e inversión en el Hedge Fund Citadel en Estados Unidos y Londres. Más tarde, formó parte de Ecofin Limited donde se especializó en renta variable, fija, capital riegos y materias primas. Residente en Londres, durante cinco años consecutivos ha sido seleccionado para el top 3 de los mejores gestores del ranking Exter Survey de Thomson Reuters. Además, es autor de Nosotros, los mercados y Viaje a la Libertad Económica.
De abuelo militar y padre militante del Partido Comunista (preso político en la época de Franco), confiesa que desde pequeño, el debate y la discusión profunda nunca faltaron en su casa. Siempre desde el respeto. Eso y haber vivido su juventud en plena década de los ochenta, lo convirtieron quizá en un admirador de aquellos que no se conforman con la norma y que son capaces de salir adelante en las condiciones más adversas. Y, es que, ya se lo decía su abuelo: “Piensa por ti mismo”.
Esta semana ha visitado España para ofrecer una conferencia organizada por el think tank Civismo.
Haga un diagnóstico: ¿cuál es la situación económica española?
Estamos creciendo: fuera de la recesión, pero todavía en periodo de crisis. En enero, las estimaciones de crecimiento para España eran del 0,6% y ya están por el 1,2%. Es algo positivo, pero eso no quita para que continuemos con problemas estructurales que hay que seguir atacando. Las ineficiencias y los desequilibrios de la economía se mantienen: seguimos con un alto endeudamiento y un grave problema de paro.
Entonces, ¿se puede hablar de un crecimiento sólido?
Nunca se puede hablar de un crecimiento sólido, sostenible y afianzado cuando se tiene un 26% de paro o un déficit que supera los 65.000 millones de euros.
Tras la Reforma Laboral, la Reforma Administrativa… ¿es necesaria una fiscal? ¿Son las medidas que han propuesto los expertos las que más convienen?’
Hace falta una reforma fiscal, sí. ¿Hace falta esta reforma fiscal?, no. ¿Por qué? Porque lo que esta reforma propone no ataca una parte muy importante: el gasto. No se puede hablar de una reforma integral si solamente se intenta aumentar la recaudación. Una reforma integral tiene que afectar a la estructura completa del Estado. El error de lo que se ha propuesto está en intentar recuperar los ingresos de burbuja inmobiliaria que teníamos en el año 2006-2007. Esto no va a volver. Intentar recaudar de lo que ha quedado de la crisis económica ‘unas cuantas migajas’ más no va a solucionar el problema de un déficit estructural.
¿Qué tipo de sectores deben liderar ese cambio estructural para volver a ser una economía competitiva?
Tenemos que apostar por los sectores y empresas de alto valor añadido. Tenemos tecnología, seguridad, sanidad y una industria turística que no sé por qué tendemos a infravalorar, pero que es un motor absolutamente excelente. No podemos competir en coste en sectores industriales obsoletos y con países asiáticos donde no tenemos ninguna oportunidad.
¿Por qué el Gobierno no termina de apostar por estos sectores? ¿Cuesta tanto abandonar “el ladrillo”?
En ninguna economía del mundo existe un sector que genere ingresos fiscales más rápidos que el de la construcción. Por eso nos ‘encantan’ las burbujas inmobiliarias. El problema del crecimiento basado en la construcción y en la obra civil del Estado es que, cuando explota, resulta muy difícil recuperar esa recaudación. Más que ingresos fiscales, lo que se necesita cambiar es el modelo productivo que, efectivamente, no va a generar 50.000 millones de ingresos ‘de burbuja’ inmediatos, pero sí va a dar lugar a uno más sostenible. España es un país donde por la compraventa de un inmueble se paga hasta un 10% de impuestos. No existe ningún otro sector que directamente genere unos ingresos tan rápidos y tan altos para la Administración, por eso se incentiva el ‘ladrillo’ desde muchas administraciones públicas.
Las pymes sostienen el tejido productivo español, por tanto, están destinadas a liderar ese cambio de modelo estructural. ¿Qué debe hacer el gobierno para fortalecerlas?
El Gobierno no va a modificar el modelo productivo, ni lo va a cambiar un parlamento. El sistema productivo lo va a cambiar la sociedad y las industrias que vayan floreciendo. Lo que hay que hacer es no entorpecerlas con medidas confiscatorias y regulaciones innecesarias y dejar que esas pymes que sostienen el 70% del valor añadido de nuestro país florezcan y crezcan para ser grandes empresas. Somos el país de la Unión Europea donde la conversión de pymes a gran empresa es el más bajo.
¿Ha sido el ciudadano demasiado permisivo con el incremento del intervencionismo del Estado?
Tenemos parte de culpa por pensar que, aumentando el Estado y la burocracia, no pasa nada y que siempre se puede un poquito más. Lo que decía Bastiat: “El que piensa que va a vivir del Estado se olvida de que el Estado vive de ese ciudadano y de los demás”. Cuando tienes una economía cíclica no puedes tener unos costes fijos que superen el 50% de tu cifra de negocio total, que es el problema de cuando el Estado acapara prácticamente el 50% del PIB. Tiene que haber una estructura de Estado facilitadora y que no se autojustifique. Creamos competencias para organismos que no las tienen, simplemente para justificar su existencia.
Incide en que la deuda hay que devolverla. ¿Cómo se puede controlar al Estado y castigar al gobernante cuya gestión no ha sido eficiente?
La manera más fácil es con un sistema judicial que sea agresivo, eficiente y rápido a la hora de castigar. En el instante en el que el despilfarro público entre en el Código Penal como un delito, tendremos el principio de la solución. En el momento en el que los gobernantes que hayan incurrido en ese delito no puedan volver a presentarse a las elecciones o a tener un cargo público se acabó gran parte del problema.
Los bancos también han tenido un papel fundamental en toda la crisis. ¿Fue una decisión acertada rescatar a las cajas públicas?
En ese momento no quedó otra opción. ¿Se tenía que haber hecho? No. El problema fue que, como se negó la crisis, se negó el problema de la banca con la política del Banco de España y del FROB, de las fusiones frías, etc. El intentar esconderlo ha sido un grave error.
Se habla mucho de que Europa debe caminar hacia la unión bancaria. ¿Llegará a ser una realidad?
No podemos pensar en unión bancaria cuando el sector bancario en Europa todavía pesa el 320% del PIB y el índice de morosidad en los buenos bancos es del 6% y en los bancos con más dificultades es del 13%-14%. Es ridículo. Se trata, de nuevo, de riesgo sistémico, de que los bancos españoles se financien con el riesgo de los alemanes o al revés. El problema de este sector en Europa se centra en su sobredimensión. Lo primero que tiene que haber es un análisis profundo de cuál es el sistema financiero que tiene que quedar en Europa, una Europa que no necesita, diez, doce, catorce entidades financieras por país, con un tamaño superior al 100% del PIB de dicho país. Una vez que eso se aclare, hay que ver las entidades que pueden funcionar y pueden ser eficientes en un sistema financiero dimensionado al nivel de lo que la UE quiere ser.
España ha perdido 10 puestos en el índice de libertad económica elaborado por Heritage Foundation y en el informe Ease of Doing Business del Banco Mundial se sitúa en la posición 44. ¿Qué hay que hacer para remontar?
Hemos perdido esos puestos dentro del ranking de libertad económica por las enormes subidas de impuestos y cambios regulatorios reduciendo la seguridad jurídica. Eso se cambia rapidísimamente bajando impuestos, cercenando burocracia y haciendo lo que ha hecho el Reino Unido, que se pueda abrir una empresa en este país por el coste de un Big Mac y dos Coca Colas en un día. Esta solidaridad en la mediocridad que se está imponiendo dentro de la UE no me vale. Me interesa que seamos mejores que los mejores.
Sumarios:
“No hay que poner la atención en recuperar los ingresos fiscales, sino en cambiar el modelo productivo”