Ya explicamos en dos ocasiones por qué iba a ser imposible no rescatar con dinero público a la banca italiana (aquí). Monte dei Paschi di Siena ya recibió dos recates y va a por el tercero (lean ‘Por qué se sigue rescatando a la banca‘), pero el propio Forbes alertade que está muy lejos de ser una solución y es que es imposible cuadrar cuentas.
La banca italiana en su totalidad cuenta con más de 360.000 millones de euros de préstamos de difícil cobreo -por no decir imposible- y una capitalización inferior a 80.000 millones. Un “rescate” de 15.000 millones de euros rumoreado no soluciona nada. En el propio caso del Monte dei Paschi di Siena, las cifras son muy relevantes:
Una ratio de préstamos de difícil cobro sobre capital de 101,4%, más de 9.700 millones de euros según PWC. ¿Qué significa? Que la cantidad de préstamos de difícil cobro supera al capital de la entidad con el que se puede responder ante pérdidas patrimoniales.
¿Cómo se ha llegado a esto? Permítanme recordarles las tres fases del populismo:
– Los bancos deben prestar al pueblo y las empresas con criterios sociales y no economicistas (hecho)
-Los tipos son bajos, que fluya el crédito (hecho)
-La culpa es de los bancos (hecho)
Sí, la crisis de la banca italiana es exactamente la prueba de que las exigencias de los populistas de que hay que prestar y prestar, que no pasa nada, llevan a empeoramientos muy superiores. Porque eso es lo que los bancos italianos han hecho, continuar prestando a empresas deficitarias, entes semiestatales ultraendeudados, prestando en un entorno legal en el que es un infierno recuperar activos usados como colateral, y casi imposible llevar a cabo desahucios. Y las leyes 132-2015 y 49-2016 que facilitan los procesos y agilizan, se encuentran con una burocracia enquistada.
Pero… ¿Y el efecto contagio? ¿Quién sufre más de la crisis -ya prolongada- de los bancos italianos? Según Standard and Poor´s la cantidad total prestada por entidades internacionales a Italia supera los 550.000 millones.
Pero ojo, la mayor parte de la exposición de Francia, Alemania o España es a bonos soberanos italianos. Unos bonos que el BCE compra y cuya prima de riesgo se mantiene a niveles ridículamente bajos precisamente por la acción del banco central. Fíjense si es absurdo que, como muestra Holger Zschäpitz en Die Welt, el bono a 10 años italiano cotiza a un tipo similar al de 10 años norteamericano.
Los bancos franceses acumulan cerca de 250.000 millones de deuda italiana, los alemanes alrededor de 83.000 millones, y España un poco más de 44.000 millones de euros.
Pero, repito, el efecto contagio es, en principio, mínimo porque la enorme mayoría de esa deuda es la que está comprando el BCE. La exposición europea a sindicaciones de bancos italianos es muy baja, ni un 10% de la cifra mencionada por Standard and Poor´s.
Siendo así, por países, la mayor exposición está de lejos en Francia, seguido de Alemania, según Die Welt y el BCE. Entre España, EEUU, Reino Unido y Japón no llegan a un 50% del riesgo francés con Italia.
¿Tenemos que ser optimistas entonces y pensar que no hay riesgo alguno de contagio? No. Los enormes problemas de la banca europea se mantienen, como explicamos en los artículos referenciados en el primer párrafo. Pero tampoco debemos ser alarmistas y pensar en un colapso inminente. El error más grande en el que podemos caer es el de que se ignore el análisis correcto de una banca incapaz de sanearse adecuadamente en toda Europa, y del efecto brutal de los tipos de interés negativos en ese proceso, y cayendo en el alarmismo se vuelva a retrasar el urgente proceso de recapitalización del sector financiero de la eurozona, sin caer en el “y tú más” que usan unos países con los otros. “Tus bancos están peor” es un argumento ridículo y no soluciona nada.
Mientras Europa siga “exigiendo” a sus bancos soplar y sorber -prestar mucho y además fortalecer balance- y encima hacerlo a tipos ínfimos, el cacareado saneamiento se hará más complicado. Se les pide salir del agujero mientras cavan más bajo sus pies.
Mientras tanto, los populistas seguirán repitiendo “¡Que fluya el crédito! ¡Prestar sin criterio económico! ¡Aprovechen los tipos bajos!” Verán la que se monta.