Los datos de comercio chino agregados han vuelto a caer por noveno mes consecutivo. Las exportaciones caían un 6,8% en noviembre. Cinco meses consecutivos de caída. Las importaciones cayeron un 8,7% en el mismo mes. Trece meses de caídas.
Desde el punto de vista del PIB es un factor “positivo”. Lo que se llama un mal dato disfrazado. El superávit comercial se ha duplicado con respecto al año pasado y se sitúa en $540.000 millones. Pero el objetivo de todo país es mejorar su superávit comercial como ha hecho España, reduciendo importaciones y aumentando exportaciones…. No porque se desplomen ambas, pero las importaciones más.
No hay mucho positivo tampoco para los países occidentales en estas cifras. Las importaciones chinas de EEUU, Europa y Japón han caído todas, tanto en cantidad como en valor, lo que demuestra que no es un efecto “materias primas”.
Muchos analistas quieren ver algo positivo en estos datos. Fundamentalmente el desapalancamiento de la economía. Pero no se está dando. La deuda sigue creciendo por encima del PIB nominal.
Otros esperan algún milagro de un nuevo plan de estímulos. Los que leen esta columna ya conocen los efectos disminuyentes que se han dado desde 2008. Porque el problema de China, y llevamos explicándolo desde 2013, no es de falta de estímulo, sino de exceso del mismo.
Los efectos más importantes de esta continuada ralentización a nivel global son:
- Las materias primas seguirán a precios bajos. Cuando China es entre el 12% y el 30% del consumo de algunas materias primas, es bueno para la sostenibilidad que se reduzca el exceso de los últimos diez años.
- ¿Inflación? El que piense que se va a crear inflación por decreto organizada por un comité con planes monetarios lo va a tener difícil. La inflación, con un país como China en ralentización, es un espejismo.
- China volverá a devaluar, y mucho. Ya lo explicamos aquí. China tiene un enorme endeudamiento del 230% del PIB, y un porcentaje de préstamos de difícil cobro o impagables muy superior al oficial. Pero casi toda su deuda está en moneda local y bancos nacionales. Efecto contagio global, mínimo. Y tentación de solucionar devaluando, máxima.
- El Yuan como moneda de reserva global para el FMI es importante. Con ello se evita que la enorme devaluación pendiente tenga efectos globales inesperados. Aunque no es una panacea. No esperen un impacto a corto plazo positivo de esta medida. Pero a largo plazo, y si se siguen llevando a cabo reformas en el sector financiero, puede aumentar la demanda global de yuanes.
No esperen que la entrada del Yuan se convierta en una garantía que limite los riesgos de una crisis financiera. Igual que no lo ha evitado para otros países como EEUU o Europa. Lo mejor que podemos esperar es que la implosión “dirigida” de la burbuja de deuda china siga generando baja inflación, ralentización global y nada más.
Cuidado con China, porque un problema creado durante décadas no se soluciona en un año.