Cerramos la semana con buenas noticias sobre la economía española, pero sin olvidar las sombras. Funcas ha elevado la estimación de crecimiento de España al 3% para 2016. El índice PMI de servicios de junio se situaba en 56, máximo desde noviembre, con el empleo creciendo al mayor ritmo en nueve años.
La sombra del déficit es alargada y esta semana se ha creado una enorme alarma por el adelanto anunciado del impuesto de sociedades, que explicamos en detalle aquí (no se sube el impuesto de sociedades y hacerlo no reduciría el déficit) pero la cruda realidad es que en España no se va a reducir el déficit si continuamos consumiendo los frutos de la recuperación y aumento de ingresos vía mayores aumentos de gastos.
Mientras nos peleamos por multas cero y adelantos de tributos, Francia se encamina a once años de incumplimiento del déficit -sin multa, eso sí- y su segunda década de estancamiento. Vive la différence. ¿Y ese es el modelo que nos quieren imponer como “proyecto político”, el dirigismo intervencionista?.
EEUU
El presidente Obama nos visitó y nos dejó unas importantes palabras de reconocimiento (“felicito al primer ministro Rajoy y al pueblo español por los avances económicos que han hecho, ha sido un periodo complicado, pero muchos de los cambios que se han tomado están empezando a dar fruto”).
Si hay alguna demostración de que gastando más no se reduce el déficit la tiene él en EEUU, donde el déficit se ha disparado un 27% en los primeros nueve meses de 2016, con los ingresos creciendo casi un 1% pero los gastos -ay, los gastos- subiendo un 3,8%. EEUU ha visto una mejora del déficit -como la española- en los últimos años vía crecimiento económico, pero acostumbrarse a la mejora de ingresos aumentando el ritmo de gastos y parando las reformas siempre acaba dando el resultado equivocado. Tras más de 20 billones de dólares de expansión fiscal y monetaria, Estados Unidos también sufre el error de relajarse con los gastos, aunque crezca la economía. Y eso que EEUU al menos ha bajado el gasto público sobre PIB en casi cinco puntos desde 2009. Los que en nuestro país se lanzan constantemente a poner a Obama como ejemplo de lo que hay que hacer podían asumirlo para libertad económica, facilidades fiscales y gasto público, que es casi ocho puntos de PIB inferior al de nuestro país.
Reino Unido se pone serio
Muchos analistas esperaban, más por fe que por evidencia, que el Reino Unido hiciera un subterfugio -ignorar los resultados del referéndum- y lanzarse en brazos de la Unión Europea. El nombramiento de Theresa May como primera ministra (“Brexit is Brexit and we will make it a success”) y la decisión por su parte de poner a Boris Johnson -el mayor defensor del Brexit- al frente de Exteriores, a Philip Hammond -defensor de control de gasto y bajos impuestos- a cargo de Economía y Amber Rudd en Interior es un claro mensaje de fortaleza y determinación. Serán meses largos de negociaciones, pero este equipo no es uno de medias tintas.
El Banco Central Europeo ha estimado que la incertidumbre en Reino Unido podría recortar el crecimiento de la zona euro de un 0,3 a un 0,5%, frente a sus estimaciones anteriores, y espera un impacto negativo de entre un 1 y un 2,5% para el PIB británico a 2017. Eso con un estímulo de casi un billón de euros anual. Alguno dirá que será por falta de políticas monetarias.
China, el elefante en la habitación
Mientras en España nos mesábamos los cabellos por menos de un punto de déficit y un posible ajuste de solo 6.000 millones, mientras en Europa se genera la pelea entre el modelo dirigista y los que lo rechazan, algunos se habían olvidado de China.
El yuan, la moneda local, caía a su nivel más bajo con respecto al dólar en seis años ante los pobres datos de demanda e importaciones. Pero esa depreciación no se convierte en mejora competitiva -las exportaciones han empeorado tanto con respecto a consenso como estimaciones oficiales- y solo exporta desinflación al resto del mundo.
La deuda china sigue disparándose, mostrando que el cacareado “cambio de modelo” no solo no se está dando, sino que no genera desapalancamiento. . Muchos dicen que el problema de China es de deuda privada -eso lo han oído ustedes en el pasado ¿verdad? -. David Lipton, del Fondo Monetario Internacional, alerta de que el 55% de la deuda mal llamada por algunos “privada” son empresas públicas, propiedad del Estado y las regiones. Estos sectores zombis suponen casi un 22% de la actividad económica y están, en palabras del FMI “en cuidados intensivos”. Goldman Sachs alertaba de que gran parte de la deuda china corporativa ha alcanzado el estado de “Ponzi stage”, es decir, que pagan intereses con más deuda.
En ocho años, China ha casi duplicado su deuda total, y con las últimas cifras, ya supera el 240% del PIB. Pero, además, la capacidad de repago de la misma se ha deteriorado enormemente. En 2014 el 8% de las emisiones de bonos eran para pagar intereses, ya es casi el 42%.
El impacto de este deterioro de la economía china es relevante por dos causas. Por la rapidez del mismo y por la ineficacia manifiesta de las medidas anunciadas para evitarlo. Y se convierte en un triple impacto para la economía global:
- Mayor ralentización, tras varias revisiones a la baja de las estimaciones de crecimiento mundial.
- Efecto desinflacionista. La caída de precios se hace estructural, sea cual sea la política monetaria de los países desarrollados.
- Perpetuación de sobrecapacidad. Para “sostener” el crecimiento se agranda el agujero gastando en sectores de baja productividad y dando la patada hacia delante con los zombis.
El que piense que vamos a suplir la ralentización asiática financiando elefantes blancos en Europa, tiene un problema con las matemáticas y la historia. Si 580.000 millones de dólares de estímulo solo han empeorado el problema chino, hacer lo mismo en una Europa que ya se lanzó a ese error en 2009 y aun lo paga, será peor. El que se crea que gastando más en observatorios, comités y gasto corriente va a suplir la resaca del estímulo fallido chino, lo lleva claro.
España debe aprovecharse de todo este entorno. Lo diré hasta hartarme. Esto no es un juego de suma cero ni un problema. Es una oportunidad. La inversión y el capital buscan países con potencial y con seguridad. Tenemos la obligación de ser un centro global de atracción de inversión productiva, no un centro mundial de comités políticos.