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Europa

Llueve dinero en España ¿o no?

Reality is that which, when you stop believing in it, doesn’t go away – Philip K. Dick

Esta semana se ha generado mucha polémica por las palabras de Emilio Botín en Nueva York afirmando que «es un momento fantástico paraEspaña, llega dinero de todas partes». Y eso que el Sr. Botín tiene razón. Una cosa es que el país siga con un enorme problema de paro y bajo crecimiento y otro que la liquidez global esté beneficiando de manera muy importante a los activos de riesgo, que es lo que está ocurriendo en toda Europa.

Inflows EU

Hasta septiembre en España se han visto 17.500 millones de euros de entradas totales netas en el sector de fondos de inversión y hemos visto emisiones de bonos, ampliaciones de capital y ventas de activos que hace un año nos parecerían imposibles de creer. Mediaset, esta misma semana, emitía con enorme éxito un bono a cinco años al 5,25% con demanda de más de 3.300 millones de euros.

Hay dinero, y mucha liquidez creada por la política de fiesta de expandir la base monetaria de JapónEstados Unidos Reino Unido, entre otros. Pero lo importante de ese dinero es que se mueva hacia la inversión productiva. Pues bien, tanto en los grandes países de la OCDE como en España, dista mucho de ser así. El dinero se queda en activos financieros, por eso la inversión productiva se sitúa a niveles de hace más de dos décadas en los grandes países de nuestro entorno.

Las empresas recompran acciones, pagan dividendos, pero no invierten a largo plazo. Algunos culpan a la estructura de remuneración de los directivos –muy dependiente del precio de la acción en bolsa- y al cortoplacismo anglosajón, pero esa acusación simplemente no se sostiene. En Europa o Japón la compensación de directivos es cuando menos ‘generosa’ y ‘permisiva’ con la destrucción de valor (un billón de euros tirado en destruir valor en una década solo en el sector energético, según The Economist, más de 1,5 billones en todos los sectores), y tampoco se está invirtiendo.

La explicación es mucho más simple. No hay confianza real para llevar a cabo inversiones productivas a largo plazo y el entorno de incertidumbre impositiva penaliza la toma de riesgo a más de dos-cuatro años. Y la verdadera recuperación, junto a la mejora del empleo, vendrá solo cuando los fondos se orienten a dicho tipo de inversión. Con represión financiera y aumentos de impuestos, no va a ser fácil que ocurra.

En el caso español, la inversión neta total en el primer semestre de 2013 fue de 6.629 millones frente a los -11.550 millones del primer semestre de 2012. Pero, como explica el propio INE en su nota de prensa, “la inversión extranjera en este período…  opta por formas de inversión más seguras como son las ampliaciones de capital y las adquisiciones de empresas existentes (en conjunto, un 87,7%) en lugar de nuevas constituciones”.

¿Cuál es el problema? Ninguno. Pero no podemos lanzar cohetes cuando el 87,7% de la inversión internacional se centra en reciclar capital.

A ello debemos añadir un entorno de préstamos de difícil cobro (non-performing loans) que continúa siendo preocupante. En España ha llegado al 12,12% y, como comentábamos en España, tocando fondo, probablemente alcanzará el 13%. En los países de nuestro entorno continúa alrededor del 6%. Obviamente es parte del proceso de reconocer los problemas del pasado, las dificultades de las empresas constructoras e inmobiliarias –que suponen gran parte de esa cifra de 180.000 millones de euros- y aumentar la transparencia, pero una cifra tan alta también hace que se haga más complicado que mejore la inversión productiva, mientras se lleva a cabo la limpieza de esos préstamos de difícil cobro.

Ibex 35

Es por eso que debemos prestar máxima atención a las fases de recuperación.

Ahora estamos en la fase ‘coste de capital’. Bajan las primas de riesgo de los países con dificultades por exceso de liquidez y la lucha por buscar algo de rentabilidad de los fondos de renta fija, mientras las dudas sobre el euro desaparecen.

Eso hace que el coste de capital medio de toda la economía baje, y se generela segunda fase, que es enviar fondos a los activos de riesgo, bolsa en particular. Aunque las estimaciones de resultados del Ibex hayan caído un 12%, se ven entradas en renta variable, animadas por esa percepción de menor riesgo.

La difícil es la tercera, que se genere confianza real a largo plazo y un entorno inversor atractivo para que los fondos se dediquen a inversiones en maquinaria, nuevas empresas y creación de empleo.

Y es que la razón por la que la inversión productiva ha caído a niveles no vistos en muchos años en los países de la OCDE es que el entorno de tipos bajos, expansión monetaria y represión financiera simplemente no genera confianza. Por eso se desploma la velocidad del dinero –que mide la actividad económica-.

Veamos. El emprendedor medio pide prestado por dos razones:

1.- Invertir en capital: expandir un negocio, abrir una planta, contratar gente, etcétera.

2. Ingeniería financiera: basado en unos ingresos esperados, descontados por el coste de la financiación —el coste del dinero—, el emprendedor compra un negocio ya existente.

Desafortunadamente, la segunda opción no aumenta el capital, sólo cambia de manos, y aumenta la cantidad de deuda, aumentando la fragilidad del sistema ante cualquier shock. Los períodos de tipos artificialmente bajos mueven el capital de manera desproporcionada al segundo tipo de inversión, fuera de ‘la economía real’. Porque muy pocos inversores ven confianza para invertir a largo plazo ante un entorno impositivo confiscatorio, y una señal de precio –el coste del dinero, los tipos de interés- manipulada artificialmente.

Spain Export

Así, el dinero fácil lleva a una caída de la productividad y del crecimiento estructural de la economía.

Suponer que esa decisión de inversión se revertirá hacia lo que llamamos la ‘economía real’ si persistimos manipulando el precio y cantidad del dinero es, cuando menos, iluso. Y pensar que subiendo impuestos ese capital se transferirá al Estado, que puede llevar a cabo dichas inversiones sin criterios ‘estrictamente económicos’, es suicida. Charlie Munger, mano derecha deWarren Buffett, siempre lo dice: «Muéstrame los incentivos y te muestro los resultados».

Hace poco más de un año muchos políticos y comentaristas acusaban a los “especuladores” de “atacarnos”. Ahora que las bolsas y activos de riesgo se aprecian de manera exponencial nadie los llama “especuladores”. Ahora son inversores de fino olfato atisbando la inminente recuperación, y las bajadas de prima de riesgo y subidas de bolsa nos las apropiamos como éxito propio.

Seamos conscientes de que las rotaciones de activos financieros pueden ser un espejismo a corto plazo. Pero ahora que ese capital está invertido en Europa y en España, merece la pena trabajar para que los que ven oportunidades para invertir en activos financieros las vean también para poner capital a largo plazo en el país.

Más Merkel, mejor Europa

21/9/2013 El Confidencial

«However the Germans vote on 22 September, Berlin’s attitude to the EU is not going to change much» –  Charles Grant

Hace dos semanas, Angela Merkel y Peer Steinbruck, principales candidatos a canciller alemán, mantuvieron un debate electoral en la televisión. Fue un encuentro sosegado, sin estridencias ni grandes acusaciones. No hubo calificativos negativos hacia la política de ajustes presupuestarios, sino todo lo contrario. Comentándolo con amigos alemanes, me decían: «La obsesión con la mal llamada austeridad es un problema de otros países, aquí la gente entiende que las cuentas hay que cuadrarlas«.

Merkel finalizaba el debate con un discurso que incluía una frase interesante: «Han sido cuatro buenos años«. Las cifras económicas son claras, las cuentas públicas en superávit, un crecimiento esperado del 1,7% en 2014, y el menor nivel de paro en décadas, 6,8%.

Las elecciones, aunque se den distintas combinaciones de coalición, van a ser, con altísima probabilidad, un éxito para Merkel. Y eso es bueno. Ninguno de los grandes partidos, aunque haya una gran coalición, cuestiona el espíritu de las políticas que se han llevado a cabo. Tampoco se cuestiona el apoyo a Europa, pero hay elementos muy importantes que tienen implicaciones relevantes para el resto de países.

– La Unión Bancaria: el modelo que se nos vende en los países de la periferia parece como si fuera una especie de solución idílica a una banca hipertrofiada (320% del PIB de Europa) y con importantes problemas de capitalización y morosidad, pero en Alemania se considera –correctamente – una «monetización de deuda por la puerta de atrás» (Die Welt) y empezar la casa por el tejado cuando aún no se han llevado a cabo los procesos de recapitalización necesarios, incluidos los de sus propios bancos.

– Política energética: un gran debate en Alemania ha sido el enorme incremento de las tarifas eléctricas a los consumidores por las gigantescas subvenciones a la energía solar. Tras 100.000 millones de euros en primas, las tarifas finales han subido un 50% entre 2008 y 2013, con el componente verde (EEG) duplicándose. En los debates ya se habla de recortes a las primas y del riesgo de exclusión social tras haber cortado la luz a 60.000 clientes que no podían pagar las desorbitadas facturas. Puede tener serias implicaciones sobre la política energética de la Unión Europea, orientándola hacia la competitividad más que a objetivos supuestamente climáticos.

– Rescates a otros países y déficits: una gran parte del debate político se ha centrado en el riesgo de otro paquete de apoyo a Grecia y el propio Der Spiegel criticaba al gobierno de Merkel por dar cifras de la contribución alemana a los rescates muy inferiores a las reales. Sobre la estabilidad presupuestaria, una Alemania en superávit volverá a ser un referente de las políticas a llevar a cabo en Europa. En España siempre se dice que Alemania se saltó el límite de déficit para encarrilar su economía y que hoy no permite lo mismo a otros países. Cuando llevamos seis años consecutivos incumpliendo el déficit con apoyo de Alemania, del BCE y de la UE, es una afirmación cuando menos sesgada. Pero además, Alemania lo hizo durante un periodo muy corto de tiempo, con unos planes de ajuste muy agresivos, y recobrando la estabilidad en menos de tres años. No seis.

– Pensiones y modelo social: Alemania ha aceptado unos enormes recortes desde el “Plan 2010” de Schroder en 2003 con el objetivo de recuperar la competitividad y estabilidad económica, pero se percibe que el resto de países no está dispuesto a tomar esas medidas y que los beneficios no los están viendo los ciudadanos alemanes, sino los países rescatados, por eso un 57% está en contra de dar más dinero para rescates.

– Banco Central Europeo: en las elecciones no existe ningún partido importante que busque cambiar el mandato del banco central, y se ve con recelo la posibilidad de una nueva bajada de tipos que aumente aún más la excesiva liquidez del sistema y los incentivos perversos para que los estados continúen sin reformar.

La percepción que existe en algunos entornos económicos de que tras las elecciones veremos una relajación en la postura alemana con respecto a Europa no se ve en ninguna de las formaciones políticas. Porque desde Alemania lo que se cree es que no existe firmeza, sino tolerancia máxima al incumplimiento.

De hecho sorprenden las acusaciones hacia Merkel y Alemania, que son a veces delirantes, en países que incumplen sus propios objetivos y sus propias estimaciones año tras año. Hacerse trampas al solitario y culpar a otro.

Eso sí, a medida que se confirme la recuperación europea, con un crecimiento estimado del 1,1% en 2014 (Eurozona), y todos los países en territorio de crecimiento positivo en dicho año, aunque sea modesto, veremos menos necesidad de medidas agresivas. Aunque las reformas siguen siendo necesarias, sobre todo con países que gastan hasta un 20% más de lo que ingresan. El modelo alemán ha sido mucho más efectivo para salir de la crisis que las propuestas francesas de gastar hasta la derrota final. En 2013, Francia generará un déficit adicional del 4% del PIB, mientras Alemania genera superávit. Es interesante, porque Alemania y Francia tenían déficits y deuda similares solo hace diez años. Alemania tomó el camino de las reformas y Francia el de “aguantar y esperar”.

El gran escollo es la creación de empleo. Alemania puso en marcha losmini-jobs y ha alcanzado dos objetivos, que se genere rotación de los sectores de baja productividad y con sobrecapacidad a otros nuevos, dando formación desde el trabajo, y reducir el paro al 6,8%. Ha sido una formula positiva para recolocar a empleados de sectores en declive.

Otro escollo para la creación de empleo es la excesiva carga impositiva, con una presión fiscal cercana al 52%. En estas elecciones se incluye la propuesta de Angela Merkel de bajar impuestos tras muchos años de ajustes.

Alemania no es nada sin el resto de Europa, y viceversa. Es el segundo país, tras Francia, al que más exportamos los españoles. Ese comercio debe seguir acrecentándose. Ya se han relajado los objetivos de déficit de la mayoría de los países y la supuesta «presión alemana» es, en realidad, aceptar los incumplimientos a toro pasado.

En España se oye muchísimo eso de «ellos se beneficiaron de nuestra burbuja«. Parece que olvidamos que nosotros tenemos el nivel de acceso a mercados financieros y a ayudas del BCE también gracias a ellos. Nadie puede negar que todos los países se han beneficiado del boom crediticio de la UE y que hoy todos deben manejar la resaca.

El compromiso de apoyo a Europa se mantendrá firme gane quien gane. Pero no va a ser un cheque en blanco como el de 2008, que llevó a la UE a gastar un 1,5% del PIB en estímulos para destruir cuatro millones y medio de puestos de trabajo.

Alemania vivió el error de esos estímulos de 2008 y en junio de 2010 introdujo el mayor recorte de gasto público en sesenta años, el Zukunftspaket(paquete de medidas para el futuro) junto con un plan financiero a medio plazo (2010-2014), que incluía recortes hasta alcanzar el 0,35% de déficit objetivo. Más de un tercio de esos recortes se daban en la seguridad social y administración.

A pesar de la crisis, el déficit del Estado cayó del 4,3% en 2010 hasta un superávit de 0,2% en 2012. Y habiendo cumplido los objetivos para el año 2014 con creces con dos años de antelación, el ministro de finanzas Bertrand Benoit anunciaba en julio nuevos recortes de 6.100 millones de euros. Esa política, la de no cejar en las reformas, es absolutamente esencial para una Europa fuerte, no una colección de estados sobredimensionados, endeudados e ineficientes.

Las elecciones alemanas, si gana Merkel, supondrán continuidad para el resto de Europa. Y eso es bueno. El proceso de recuperación no puede hacerse desde una clase donde todos los alumnos suspenden. Tiene que hacerse superando los objetivos individuales… Así es como se fortalece la Unión Europea. La política de prudencia presupuestaria, mal llamada austeridad, debe seguir en marcha.

Ahora que estamos viendo la recuperación gradual, con todos los escollos y dificultades indiscutibles que tiene, es cuando debemos acelerar las reformas y poner las bases para que no vuelva a pillarnos el invierno tocando el violín y con la despensa vacía.

Bruselas y la generosidad del prestamista

1/6/2013 El Confidencial

La deuda es la esclavitud de los libres” Publilio Siro

Llevábamos semanas oyendo las supuestas bondades de “relajar los objetivos de déficit” y escuchando a muchos gobiernos regionales comentar el “reparto del déficit” como si la deuda fuera una donación y no una responsabilidad. Hasta que llegó la Troika y nos recordó lo que nadie quería reconocer. Quelas deudas se pagan y que los préstamos sin condiciones no existen. Ahora, tras años perdidos alimentando la burbuja de gasto político, vienen más problemas, porque haber retrasado lo inevitable –la reforma de las Administraciones Públicas y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de obra pública- nos lleva, probablemente, a una salida mucho más compleja.

Ante un escenario incierto no es de extrañar que los inversores extranjeros vendan deuda española ante nuevas medidas de ajuste que se temen que caigan por el lado impositivo.

Siempre que visito España me dicen que Bruselas nos exige esto y aquello. Sin embargo, Irlanda no lleva a cabo la misma política y está también en la UE y con problemas similares. Desde fuera da la impresión de que Bruselas simplemente acepta resignada los incumplimientos, y ante el riesgo de la implosión de una economía tan grande, propone medidas de prestamista, que aceptamos de buen grado porque sostienen un estado fragmentado e ineficiente, cuya reforma exige pelearse con muchos amigos y colaboradores.

¿Qué significa eso?

Sin embargo, el Gobierno tiene que cuidar como si su vida fuese en ello a nuestro sector exportador, pymes y autónomos. Nada más nos va a sacar de la crisis. La única manera de crear dos millones de puestos de trabajo es que sea atractivo montar nuevos negocios.

Una crisis de balance

Los problemas de balance no se solucionan con devaluaciones internas, porque se desploma la renta disponible, cae el consumo y el agujero de deuda se agranda. No se solucionan subiendo impuestos, porque se repele a la inversión exterior. Y no se soluciona con más deuda. Porque mientras nos aferramos a los gastos de la burbuja, los ingresos fiscales de esa terrible época de la chequera en blanco no van a volver.

La salida de esta crisis empezará cuando los gobiernos europeos se den cuenta de que los ingresos que consideran “normales” eran producto de la expansión injustificada de crédito creada por el dinero gratis de la “construcción europea”, y que dichos ingresos no pueden retornar cuando todos los agentes, estados, empresas y familias ya están muy endeudados.

 

Nuestra deuda, nuestro problema

No es una casualidad que la deuda estatal en manos de los bancos españoles haya aumentado un 10% en el primer trimestre de 2013 y supere los 245.000 millones de euros –casi el 40% del total-, como muestra el gráfico (cortesía de

De las crisis de balance solo se sale de tres maneras:

– Con una enorme quita –y eso se lleva por delante no solo a nuestros bancos atiborrados de deuda soberana, sino nuestra seguridad social y nuestras pensiones, invertidas hasta un 90% en bonos estatales-. Las quitas hunden la confianza inversora. No existe el concepto de quita “con confianza”.

– Con una devaluación enorme e inflación –el impuesto silencioso-. Y ya hemos visto la inutilidad de esas políticas en Reino Unido o Japón. No baja la deuda, de hecho aumenta, se gasta igual o más pero se empobrece a toda la gente, y tampoco evitan los recortes.

– Recortando gastos y bajando impuestos, atrayendo capital inversor y recapitalizando el sistema con dinero extranjero. Es lento, pero limpia el sistema.

Las dos primeras benefician al aparato político, que se mantiene o incluso aumenta. De hecho, ante el destrozo económico que generan ambas, siempre se acude al “gasto público”. Ya saben, primero zancadilla y luego “sin mí no puedes levantarte”. Argentina sin petróleo. Pero ya no funciona. Los estados europeos están tan endeudados que ya no pueden gastar centenares de miles de millones anuales en infraestructuras inútiles, y el coste de esas subvenciones y gastos desproporcionados sigue llevando a la desindustrialización y el paro, que son tan atroces que ponen en peligro el sistema completo.

Relajar el déficit, aumentar la deuda, seguir manteniendo el gasto político, no es generosidad de prestamista. Es esclavitud. Y a estas alturas, ni siquiera es políticamente rentable para el aparato burocrático. Ténganlo en cuenta.

Austeridad o vasallaje

“Rather than attempting to return to their artificially inflated GDP numbers from before the crisis, governments need to address the underlying flaws in their economies” R. Rajan, Univ Chicago

“Governments are always Keynesian when it comes to spending. When it comes to saving they become Stalinist”

Esta semana hemos recibido terribles noticias económicas para España. Un paro del 27,16% y un déficit que alcanzaba el 10,6%. Un 7,1% -ojo- excluyendo las subvenciones a las cajas. Estamos hablando de que España, por cuarto año consecutivo, supera los 100.000 millones de déficit. El que quieren relajar. Sin embargo, también hemos recibido excelentes noticias que no debemos olvidar. La banca ha recuperado el 25% de los depósitos perdidos en 2012 y la deuda de las empresas ha bajado a niveles de 2006.

Alemania tiene razón

Los procesos de limpieza de sistemas excesivamente endeudados y de baja productividad son dolorosos, pero el mayor riesgo que corremos, sin duda, es intentar perpetuarlos.

Lo que no leo en la mayoría de análisis mediáticos es que esas cifras dramáticas de paro son consecuencia de la misma política atroz, injusta y anti-social que queremos repetir. La que implementamos cuando pinchó la burbuja de obra civil, construcción y ladrillo. Redoblar la apuesta, pasando de un superávit del 5% a un déficit del 11%, que ya genera casi 60.000 millones anuales de déficit estructural. Todo o nada. Perpetuar un modelo insostenible, creando una situación social y económica prácticamente insalvable, jugando al “el año que viene todo sube” y la “culpa es de los americanos-alemanes-Draghi-Cameron o quien sea”. Hoy, oh sorpresa, la culpa es de todos menos nuestra y la solución, por supuesto, solo puede ser repetir el desastre de los planes de estímulo.

Les recuerdo este gráfico, enormemente revelador, sobre el crecimiento del gasto en la burbuja del ladrillo y los unicornios de los ingresos fiscales perdidos.

 

Precisamente, nosotros deberíamos ser los primeros en evitar las formulas inútiles, en un país que ha sufrido el efecto demoledor de las devaluaciones competitivas de los 90 y que hoy sufre el impacto desolador de la apuesta a dar aún más dinero -deuda- a unos gestores manirrotos que nos han llevado al borde de la quiebra.

Alemania tiene razón… porque su modelo funciona. Su proceso de ajuste duró de 2004-2010. Centrarse en la competitividad y en sectores de alta productividad es precisamente lo que les ha llevado a ser hoy un éxito. Llevar a cabo algo que llaman -muy mal- austeridad y que no es nada más que prudencia, sentido común y equilibrar el presupuesto.

Nos dicen que Alemania fue la primera en incumplir el pacto de estabilidad. Claro, por un punto… no seis. Y llevando a cabo reformas de enorme calado. Pero nos agarramos a cantos de sirena monetaristas.

Resaltemos varios factores:

– La prima de riesgo a 300 puntos básicos es una buena noticia, pero no es un cheque en blanco para gastar y volver a meternos en un shock de deuda. No confundan exceso de liquidez global -que ha llevado a países como Mozambique o Ruanda a emitir a tipos de interés similares a los que teníamos en España en 2012- con licencia para despilfarrar. El propio Bill Gross, de Pimco, alerta sobre el llamado yen carry trade (liquidez excesiva generada por la política monetaria japonesa), para que no se confunda con expectativas optimistas.

– Imprimir y endeudar no genera inversión productiva. En Reino Unido, la inversión ha caído a niveles inferiores a la media de los años 50 en 2013, tras un aumento de la masa monetaria del 580% en los últimos años.

 

– La política monetaria no sustituye a los modelos ineficientes y subvencionados, ni permite la sustitución hacia modelos de alta productividad. De hecho, perpetúa un sistema económico donde el estado español consume el 50,2% de los recursos del país (incluyendo empresas públicas).

– Las inyecciones monetarias y los planes de estimulo no mejoran el desempleo. Ni en Reino Unido ni en Japón ni en EEUU. Les recomiendo que lean el libro de David Stockman, The Great Deformation.

Solucionar deuda con más deuda es simplemente agrandar el agujero de unos sistemas de bienestar del estado -que no estado del bienestar- hipertrofiados. Y es importante que sepan ustedes algo. Cualquier economista, keynesiano o no, sabe que de un proceso de endeudamiento excesivo solo se sale de tres maneras. Con un impago de la deuda, una devaluación monstruosa o vía control presupuestario. Las dos primeras son shocksbrutales que empobrecen a toda la población. Recuerden Argentina o el propio Reino Unido o la crisis asiática. Varios años de depresión post-impago. Olvidamos que dejar de pagar la deuda y seguir gastando implica que al día siguiente de la quiebra no hay relajaciones de déficit ni generosidad. Piensen qué recortes, hachazos, tendríamos si hacemos impago y tenemos que ajustar todo en un año. No, señores, no hay otra solución.

Hojas de Excel y unicornios

Se llevan algunos las manos a la cabeza porque los estudios de los economistas Ken Rogoff y Carmen Reinhart contenían un error de cálculo, aunque su conclusión, que los estados más endeudados crecen menos, no ha sido negada.

Miren, es muy sencillo. Si tienen ustedes dudas sobre si los países con deuda superior al 90% del PIB crecen menos o decrecen, esperen unas semanas y lo comprobarán en toda su gloria en nuestro país (donde, por otro lado, la cifra ya es superior tomando todos los elementos).

¿Quieren saber de errores de cálculo? Permítanme mostrarles loserrorcillos “sin importancia” de la política de estímulos, que comento en detalle en mi libro Nosotros, los Mercados.

Nueve billones de dólares gastados por estados y bancos centrales en estimular la economía en la OCDE en cuatro años para generar un crecimiento imperceptible y un aumento del empleo inexistente. Ni uno solo de los objetivos explícitos anunciados al aplicarse las políticas se ha alcanzado. Ninguno. Eso, señores, es un error de cálculo del 100% pagado por ustedes. El equivalente a darle a cada habitante de la Tierra un televisor de plasma… pero tirado por la ventana para dárselo a unos estados y bancos monstruosamente endeudados. De los 34 países de la OCDE, aquellos que más han estimulado la economía artificialmente son los que menor crecimiento de PIB real y empleo han generado (datos FMI, World Bank).

¿Quieren saber lo que es anti-social? Hundir a una generación y las siguientes acumulando deuda y déficit stock y flujo, ambos negativos- solo por obstinarse en sostener un gasto inaceptable.

Nos queda la austeridad

En 2007, en medio de la burbuja, el Estado español gastó 412.963 millones de euros. En 2012, 493.660 millones. Tras todos los recortes -y subidas de impuestos brutales- aún sigue gastando unos 80.000 millones más.

El debate sobre austeridad o no austeridad que nos ocupa es, por lo tanto, cuanto menos inútil. Porque no hay otra solución. Porque no hay austeridad, hay moderación del despilfarro. Subvenciones, diputaciones, cabildos, empresas públicas ruinosas, asesorías… grasa.

«Hay que gastar más»… «relajar el déficit» -total, 111.000 millones de nada en 2012- para «salir de la crisis». ¿Seguro? ¿Qué pretenden?, ¿un déficit del 12%, 13%? ¿Una deuda de 110%, 120% del PIB? Para estimular… ¿qué demanda? Ah, por supuesto, la demanda de sectores clientelistas y ávidos de subvenciones, que se han quedado sin 20.000 millones de cheques para AVEs, aeropuertos, molinillos y puentes. Así nos va.

La deuda excesiva y depender del BCE o de Alemania es esclavitud. Vasallaje a cambio de despilfarro. No hace falta entregar soberanía. Hace falta entregar clientelismo.

Si el año que viene España crece será un milagro. Pero, aunque pase, la debilidad estructural seguirá en un país que no sabe crear empleo neto -o no quiere- a menos que crezca un 2% porque depende del Estado y su chequera sin fondos.

Vean el gráfico cortesía de perpe.es.

El crecimiento en austeridad

¿Qué sin gasto público no hay crecimiento? Es falso. Sin clientelismo y sin burbuja de chequera en blanco es precisamente como sustituiremos la economía de la subvención y el ladrillo por la economía del valor añadido y la exportación.

Dejemos a las empresas crecer, que están comportándose admirablemente cuando uno mira fuera de los enormes conglomerados. Empresas que no se entregaron a la orgía de deuda y que tienen buenos planes de negocio sin necesidad de favores debidos. Empresas que hoy se financian a 400-500 puntos básicos más que el estado, o simplemente no tienen crédito, por el efecto acaparador del endeudamiento público que muestra la gráfica del Banco de España.

Hay que bajar impuestos urgentemente

No mantenerlos. No modificarlos. No traspasarlos. Bajarlos. A empresas y familias. De la crisis no nos van a sacar los sectores que nos metieron en ella, un gasto público desproporcionado y unas cajas demasiado endeudadas. No ha ocurrido jamás. Pero si el Estado reconoce que lo único que nos va a sacar de la crisis es la clase media, que lo que tiene que hacer es aumentar la renta disponible de las familias reduciendo impuestos, empezará la solución por el lado del consumo.

Si el Estado reconoce que las empresas que liderarán el cambio de modelo productivo no pueden ser torpedeadas con una política fiscal confiscatoria y burocracia, empezará la solución al empleo. A crear empleo, no a ‘moderar la tasa de destrucción’. La reforma laboral no va a poder funcionar sin un entorno de negocios de claridad absoluta, seguridad jurídica e impuestos bajos que atraigan capital.

Si el Estado reconoce que el capital financiador de los proyectos de futuro solo puede venir de inversores privados extranjeros, pondrá en marcha las reformas que cercenen el asalto al emprendedor que supone nuestro terrible entramado local, regional y estatal. No reducirlo, no mitigarlo. Cercenarlo. Abrir puertas. Que se vea que España está abierta al mercado.

El capital que va a crear trabajo no va a ser el Ibex, que ya cuenta con una cantidad de empleados muy superiores a sus empresas similares europeas y globales, tanto comparado con cifra de negocio, como con márgenes operativos. Además, casi el 50% de la deuda privada de España se concentra en 28 empresas del selectivo. El capital que va a crear empleo no va a venir de un estado que acumula aún muchos más empleados y asesores de los necesarios. Viene de aquellas empresas que no se endeudaron agresivamente y de reducir impuestos y crear nuevas compañías.

No hay peor incertidumbre que la política del “ya veremos”. Así no invierte nadie a largo plazo. Debemos poner a España open for business. Abierta a atraer capital y crecer, no a consumir deuda y subvencionar. Si no, nos entregamos al vasallaje.