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27S: Por qué los inversores no celebran la posible independencia de Cataluña

Entrevista en Espejo Público sobre la posible independencia de Cataluña

@elconfidencial

No voy a entrar en el debate agresivo y emocional que muchos provocan. Solo me pregunto… ¿Si las balanzas fiscales son tan amplias y la solvencia de Cataluña independiente es tan evidente, por qué no lo reconocen las agencias de rating y los inversores?

Si la independencia se percibiera como ese mar de dinero excedentario por balanzas fiscales que nos intentan vender, la prima de riesgo contra el bono español no subiría, ¡bajaría!.

El bono de Cataluña es bono basura, como el de otras comunidades españolas, según Standard & Poor´s. Podrá usted decir que es “porque España les roba”. Pero ninguna agencia de calificación, sea Moody´s, la citada S&P, o Fitch, le concede la más mínima ventaja a la independencia. Ninguno dice algo como “si se independizan serán Investment Grade”. Dicen lo contrario, y explícitamente. Sin el apoyo del Estado central el riesgo es mayor.

Voy a intentar explicar dos conceptos en el mercado de bonos que muchos no tienen –o no quieren tener- en cuenta. El “evento de crédito” y “riesgo de subyacente”. Vamos con los argumentos del independentismo:

«… Lo que digan las agencias no importa porque están influenciadas por el Gobierno español y no tienen credibilidad»

Supongamos que fuera así. Que Moody´s, Standard & Poor´s, Fitch, Merkel, los bancos de inversión, Cameron y Hollande están todos “secuestrados” por el Gobierno central –que por otra parte jamás ha podido influirles en las opiniones negativas sobre España, vaya por Dios-. Asumir que esas personas y entidades tienen intereses ocultos pero los independentistas son todos altruistas, es al menos infantil. Pero recuerden que las agencias de calificación de lo que han pecado históricamente es de OPTIMISTAS, no de pesimistas, de ahí sus errores en la crisis. Si piensan que las agencias no tienen credibilidad al decir que la independencia es un mayor riesgo, al menos tengan muy claro que están siendo diplomáticas.

Las agencias de calificación de lo que han pecado históricamente es de optimistas, no de pesimistas

«… Pero la deuda catalana está garantizada por el Estado español, y si queremos no la pagamos».

Bienvenido a un “evento de crédito”. Suponga que un país le debe toda su deuda a una sola nación. Con hacer impago, todos contentos y nos financiaremos como reyes, ¿no? No es así. El riesgo no se reduce, se multiplica. Porque la fiabilidad como deudor se destruye. No solo no te financias más barato. Es más difícil acceder a los mercados. Vean el caso de Ecuador, que tras hacer impago tardó años en acceder a los mercados de deuda y tuvo que hipotecarse con China. Cuando finalmente acudió a emitir bonos, lo hizo en una cantidad irrisoria y al 7,95% a diez años en dólares. Hoy se financia al 10,5%. Y es un país rico en materias primas.

«… Pero el estado catalán tendrá una deuda sobre PIB muy baja y los inversores se lanzarán a invertir en ella».

Una deuda sobre PIB muy baja no significa nada. Brasil tiene un 56% y es bono basura. Andorra tiene un 41% de deuda sobre PIB y emite cantidades irrisorias a tipos muy superiores a la UE, y está a dos puntos de bono basura. Los países bálticos al independizarse no tenían acceso al mercado a pesar de su baja deuda.  La deuda sobre PIB es uno de los diferentes elementos a analizar en el riesgo. Eso es el stock de deuda. Falta analizar la capacidad de repago.

La capacidad de repago se empaña por la incertidumbre ante todo el proceso. Al no existir certeza sobre el impacto en la actividad económica, en los ingresos fiscales ante las salidas de capital, etc, nadie asume un escenario optimista ni neutral desde el principio. Hay que valorar el pesimista. Todas las secesiones en la historia económica moderna han visto una caída del PIB muy relevante, y con suerte, una recuperación a medio plazo en V. Y en su enorme mayoría han sido países ricos en materias primas y que han devaluado su moneda brutalmente. Las pensiones y gasto social se cercenan en términos reales mientras se estabiliza la economía.

«… Las balanzas fiscales son enormes».

Las balanzas fiscales no son un concepto de caja. En el día uno de la independencia Cataluña no cuenta con 9.000 millones –o los que quieran calcular, puesto que la cifra tan comentada es solo una estimación-. Entre otras cosas porque los ingresos fiscales que estiman que son “catalanes” pero que pagan las empresas en impuestos nacionales no entrarían en la caja, y eso antes de pensar en “Inversion Deals” (empresas catalanas que se establezcan como sede central en otra parte o compren empresas fuera para usar la adquirida como sede central). En el mejor de los casos, y sin contar los costes de la independencia de 4.500 millones de euros, Cataluña sería un estado deficitario en un 10% de sus ingresos. La cifra de costes es la calculada por el Consejo de Transición Nacional, no por mí, y es a todas luces muy baja considerando los costes que no incluyen, entre ellos, aparte de la pertenencia a la OTAN, los de financiarse a mayor tipo (los bonos de la nueva Cataluña no se beneficiarían del “efecto Draghi”).

Los ingresos fiscales que estiman que son “catalanes” pero que pagan las empresas en impuestos nacionales no entrarían en la caja

Adicionalmente, el propio Consejo de Transición Nacional reconoce que el Estado catalán deberá financiarse con bonos patrióticos y  “bonos canjeables por impuestos” futuros.

Bienvenidos al riesgo de subyacente. Un bono cuyo subyacente está soportado por unos ingresos desconocidos y futuros cuando no existe ni marco normativo ni impositivo claro y predecible. ¡Y cuyo principal no se garantiza si no se dan esos ingresos!

«… Pero los bancos catalanes están cubiertos por el BCE».

Supongamos que sí –y es más que probable que tuvieran que pedir una nueva ficha al BCE o, si se establecerían como bancos “no catalanes” en otra plaza, supondrían en cualquier caso otra pérdida de ingresos fiscales para Cataluña-. Los bonos emitidos por “el nuevo estado”, si los coloca, no tendrían el apoyo del BCE ni serían parte del programa de recompras (QE). Por lo tanto, en el balance de los bancos esos bonos serían de alto riesgo y, sin garantía del estado central o del BCE, la prima sería, cuando menos, muy alta. Y las cantidades emitidas, por definición, muy pequeñas por no decir inexistentes, durante años, como se ha visto en todos los casos similares. En todos.

«… Las pensiones las sostiene la deuda pública».

No existe sistema de pensiones regional. Es nacional, de reparto y la caja de las pensiones y la seguridad social están invertidas en un 90% en deuda pública estatal. Un ciudadano que piense que forzando un evento de crédito en España se garantizan las pensiones en Badalona simplemente sueña.

«… Pero tendrán que aceptarlo».

Vale, señor Lacalle, todo esto puede ser cierto, pero como somos una economía muy importante, la UE, las agencias, los inversores y el mundo tendrán que plegarse a lo que queramos, cuando queramos, como lo queramos. Vaya por Dios, justo lo que decían Tsipras y Varoufakis que resultó en el éxito que todos conocemos.

«… No va a pasar nada porque seguiremos siendo españoles»

Eso. Viva la independencia. Para lo bueno, independientes, y por si hay riesgo, más españoles que la espada de El Cid.

Si yo fuera un líder independentista no iría por la vida pavoneándome de que la deuda “se la van a  comer con patatas”. Existe una razón por la que un país con 230% de deuda sobre PIB paga un 0,6% por sus bonos y otro con un 40% paga un 10%. Se llama no decir a los cuatro vientos que no eres de fiar.

Si yo fuera un ciudadano catalán antes de las elecciones haría lo que dicen en Inglaterra: “Rezar por lo mejor pero prepararse para lo peor”. Ante un proyecto rupturista, considerar que todo va a ir bien porque “me lo dicen en privado” y porque “no van a tener más remedio”, es como mínimo peligroso. Como le dijo el presentador de la BBC Stephen Sackur a Romeva “you´re talking nonsense” (dice usted cosas sin sentido).

Analizar el riesgo no es asustar. Es ser prudente. Ignorar los riesgos y asumir una arcadia feliz de financiación de superpotencia es simplemente suicida.

China y el posible impacto sobre España

La volatilidad de los mercados bursátiles de los últimos días ha tomado a mucha gente por sorpresa, y lleva también a muchos a pensar que las caídas pueden ser la antesala de una enorme recesión.Hace ya muchos años que llevo pidiéndole a los analistas que eviten equiparar bolsa con macroeconomía. Lo explico en “Nosotros los Mercados”. La bolsa puede descontar mejoras en la economía real, pero desde que entramos en la era de los bancos centrales y la expansión cuantitativa, descuenta también mucho más lo que se llama efecto “coste de capital”, es decir, expectativas de depreciación de moneda, decisiones sobre los tipos de interés o aumentos de la masa monetaria. Y cuando las bolsas suben demasiado por política monetaria, también caen ante ella.

Esto nos lleva a China. Las preocupaciones por el modelo de crecimiento de la economía china ni son nuevas ni tienen, de momento, un impacto relevante sobre España.

Yo llevo alertando desde 2013 en El Confidencial sobre lo que llamo el “Plan E con Esteroides” chino, un modelo endeudado, ineficiente, de estímulo constante de la demanda interna a través de sectores de baja productividad. China hoy necesita cuatro veces más deuda para generar una unidad de PIB que hace cinco años. Es por ello que debemos aplaudir la decisión del gobierno de frenar un crecimiento sin sentido por uno orientado a la exportación y el consumo. Atrás quedan las famosas ciudades-fantasma, la sobrecapacidad industrial –que ya alcanza casi el 30%-, los paneles solares sin uso y los molinos de viento sin conectar a la red. Eso sí, con el cambio de patrón de crecimiento también sufre una bolsa repleta de empresas semi-estatales dependientes de la deuda y subvenciones. Y las decisiones del gobierno chino de bajar tipos de interés, devaluar y a la vez inyectar dinero a las bolsas, han generado un maremoto en un mercado en el que los inversores minoritarios suponen más del 85% de la operativa.

¿Cómo puede ser que la ralentización china no afecte a España? ¿Pone en peligro la recuperación?

Por el lado de las exportaciones españolas, China es el undécimo país en cuanto a cifra de ventas. Sin embargo, compramos mucho más al gigante asiático, 19.766 millones de euros, de lo que le vendemos, 4.080 millones, según cifras de 2014. Esto significa que, en principio, la devaluación del yuan y la política exportadora china nos beneficiarían al comprar más barato –en euros- y la ralentización china no tiene por qué afectarnos en el modelo exportador español. La gran mayoría de nuestras exportaciones son a países de la Unión Europea y EEUU.

Adicionalmente, el cambio de modelo chino, y la moderación en la expansión industrial descontrolada, ayudan a que el petróleo y las materias primas sigan a precios bajos, ya que China es uno de los principales consumidores de crudo, cobre, carbón y mineral de hierro. Por lo tanto, y llevamos beneficiándonos desde 2013, un menor precio de dichas materias primas ayuda a que nuestra balanza comercial con el exterior continúe mejorando.

Los riesgos se encuentran más por el lado de países como Alemania o Francia, que son importantes socios comerciales de España y a la vez exportan mucho más a China.

El cambio de política del estado chino, orientado a exportar más, llevará con casi total seguridad a un impacto en los precios globales. Por mucho que los bancos centrales quieran crear inflación, China exporta deflación al aumentar sus ventas de productos baratos al mundo.

De momento, ninguno de los indicadores adelantados españoles ha sufrido. España ha estado afianzando la recuperación ya en el periodo en el que China mostraba señales más que evidentes de desaceleración. El impacto en el mercado financiero es muy limitado, también. China no es un gran comprador de bonos soberanos españoles, y hemos visto esta semana como el Tesoro colocaba deuda casi a coste cero, sin impacto en la demanda. Para las grandes multinacionales españolas, y las empresas exportadoras, el riesgo es más evidente en Latinoamérica.

Debemos permanecer alerta, sin embargo, ante los pinchazos de las burbujas creadas tras 19 billones de dólares de expansión monetaria por parte de los principales bancos centrales. Las consecuencias son imprevisibles. Pero España ha llevado a cabo una diversificación de sus mercados exportadores y una limpieza del endeudamiento privado que, en principio, permite que podamos mantener el rumbo del crecimiento. Y no olvidemos que cuando el riesgo en mercados emergentes aumenta, el capital tiende a orientarse hacia mercados más seguros y desarrollados.