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Energía

“La dependencia del gas ruso es cada vez menor. Moscú necesita a Europa”

14/4/2014 Audio Foro Emergentes sobre situación Ucrania donde analizamos el impacto de los últimos eventos.

4/3/2014 El Confidencial

“Debemos entender que la dependencia del gas ruso es cada vez menor. Rusia depende tanto de que Europa siga consumiendo ese gas que, si analizamos quién necesita a quién, la situación es muy equilibrada. Moscú nos necesita mucho más de lo que nosotros creemos”.

Habla el economista Daniel Lacalle, gestor especializado en mercados energéticos. Con más de 20 años de experiencia en el sector financiero, el columnista de El Confidencial reflexiona en esta entrevista sobre los efectos para Europa que conlleva el espinoso conflicto entre el gigante ruso y Ucrania, viaducto del gas hacia el Viejo Continente, a cuenta de la península de Crimea.

Pregunta: En crisis diplomáticas recientes, el presidente ruso Vladimir Putin ha utilizado el gas como un instrumento de presión, podríamos decir incluso que como un arma bélica… ¿Qué papel juega el gas en el conflicto actual?

Europa tiene los inventarios de gas a máximos históricos. La amenaza del gas, por tanto, no es tan importante, porque se puede recurrir a Noruega, al gas natural licuado (GNL). Desde que empezó el conflicto, British Gas y Royal Dutch Shell se han preparado para traer barcos de GNL hacia Europa

Respuesta: El tema del gas ruso tiene dos componentes: primero, el componente ucraniano, la deuda de Ucrania con Gazprom, que asciende a 1.500 millones de dólares. Rusia ofreció a Kiev un precio con descuento, 256 dólares/mcm (millón de metros cúbicos) a cambio de que mantuviese sus importaciones. Dicho precio es uno de los aspectos del conflicto. El Kremlin ya ha comentado que podría subir el precio hasta 460 dólares.Ucrania depende absolutamente del gas ruso, ha intentado desarrollar sus reservas de gas pizarra pero este es un proyecto aún en fase exploratoria, no de desarrollo.

Segundo, la mayoría de los gasoductos que van desde Rusia hacia Europa pasan por Ucrania. Gracias a ello, Kiev se lleva un arancel que Moscú decide no abonarle. Si no se lo paga, Ucrania puede responder que corta el paso del gas, pero perdería todos los ingresos que recibe por ello.

P: ¿Cómo afectaría a Europa un posible corte del suministro? ¿Hay peligro de escasez?

R: El gas ruso supone aproximadamente el 15% del gas que recibe Europa. Habría una amenaza de suministro, pero Europa tiene los inventarios de gas a máximos históricos. Dicha amenaza, por tanto, no es tan importante, porque se puede recurrir a Noruega, al gas natural licuado (GNL). Desde que empezó el conflicto, British Gas y Royal Dutch Shell se han preparado para traer barcos de GNL hacia Europa.

Además, hay reservas. Ucrania tiene cuatro meses de demanda cubiertos y Europa dispone de unas reservas incluso más considerables. Hay suficiente para otros cuatro meses aproximadamente. El riesgo de que corten el suministro en bajísimo, por no decir inexistente.

P: ¿Y qué hay del petróleo?

R: En relación al petróleo, el conflicto es irrelevante. Sólo tendría impacto si se adoptasen sanciones contra Moscú, del tipo de las aplicadas contra Irán. Rusia produce unos 10 millones de barriles diarios y la parte de dicha producción que exporta a países que estarían implicados en la imposición de dichas sanciones es relativamente baja.

P: Es decir, los tan extendidos temores por las posibles consecuencias energéticas del conflicto son infundados…

R: Los países suministradores de gas natural licuado tienen mucha flexibilidad. Entre reservas o lo que trae vía metaneros (buques dedicados al transporte de gas licuado) desde Argelia, Noruega o Nigeria hay más que suficiente. Hay muchísimas fuentes de gas disponibles para compensar el corte (que podría acarrear un agravamiento del conflicto).

P: Entonces, ¿cuál es el verdadero nivel de dependencia del gas ruso?

R: Hay un punto interesante. El dominio de Gazprom sobre la región a nivel geopolítico y el mal diseño de los gasoductos, que pasan todos por Ucrania. Tres proyectos, Nord StreamSouth Stream y Nabucco, pretenden cambiar esta tesitura. Imagina que se reducen a la mitad los volúmenes de gas que pasan por Ucrania. Gazprom está negociando a la baja los contratos del gas que exporta a Europa porque cada vez hay menos demanda. Incluso ha estado negociando con China.

Hay que entender que la posición de Rusia es una relación comercial de dependencia bilateral (con Europa). Ellos sin nosotros no harían nada, porque no tienen tanta demanda interna de gasEs importante entender que la dependencia del gas ruso es cada vez menor. Rusia depende tanto de que Europa siga consumiendo ese gas que, si analizamos quién necesita a quién, la situación es muy equilibrada. Moscú nos necesita mucho más de lo que nosotros creemos. Hay que comprender que la posición de Rusia es una relación comercial de dependencia bilateral (con Europa). Ellos sin nosotros no harían nada, porque no tienen tanta demanda interna.

Qatar, Rusia, Argelia… todos los países productores de gas han tenido que negociar a la baja (los contratos) porque la demanda cada vez es más débil, debido al uso de renovables, carbón o al hecho de que cada vez llega más gas de otros países a través de ese GNL.

P: ¿Debe interpretarse el conflicto en clave energética?

R: Sí. No es un conflicto político entre prorrusos y nacionalistas ucranianos, es un conflicto energético. La prueba son esos tres proyectos de gasoductos que intentan no atravesar Ucrania. Todos luchan en realidad por su trozo de pastel en las comisiones de los volúmenes de gas que pasan por territorio ucraniano. Dichas comisiones cada vez son menores, cada vez hay menos pastel a repartir.

Vivir por el BOE, morir por el BOE

20/7/2013 El Confidencial

“Central planning is as futile as trying to strap on wings and fly like a bird – and potentially as calamitous” – Don Boudreaux

Recuerdo que hace décadas me dijo un ejecutivo de una empresa energética: «No hay nada peor que un activo cautivo». Es la definición de una inversión que depende de unos ingresos garantizados por el Estado. Una vez invertido, no te puedes escapar. Y la historia está plagada de regulaciones cambiadas, revisadas o eliminadas.

La política de planificación de burbuja que se ha llevado a cabo en España ha sido muy dañina. Y su coste, brutal. Hoy la sobrecapacidad cuesta… a todo el mundo. Y la decisión salomónica a la bola de deuda recibida ha sido que todos la paguen.

– La capacidad excedentaria construida con las sucesivas políticas de apoyo todas las tecnologías, sin permitir que se retirase ninguna, supera el 40%

– La electricidad ha subido un 70% en seis años

– Las empresas eléctricas y renovables se encuentran entre las más endeudadas (3,9 veces el EBITDA) y con más baja rentabilidad sobre el capital empleado en su negocio doméstico (4%) de Europa

– Los bancos acumulan más de 40.000 millones de euros de préstamos, muchos de ellos de difícil cobro, al sector renovable.

Los gobiernos crearon efectos llamada con suculentas subvenciones, estimaciones de demanda de fantasía y permisos descontrolados, para luego retirarlos, creando sobrecapacidad, clientelismo, sobrecoste y deuda. Lo comentaba, ofreciendo soluciones, en mi artículo El problema de fijar el precio de la luz en los despachos y no en los mercados.

Y dejó empresas entrampadas. Se presume erróneamente que de esos efectos llamada se benefician los malvados capitalistas, porque la gente no valora el impacto de la deuda y la bajísima creación de caja libre. Olvídense del beneficio contable y miren los balances y flujos de caja de todas las empresas de estos sectores.

¿Cómo puede ser que los costes se hayan disparado pero las rentabilidades sean pobres? Acumulación y dispersión. Como con nuestras Comunidades Autónomas, municipios y presupuestos del Estado. Muchos pequeños chocolates del loro, que suben cada año o se actualizan con la inflación por ley, y luego suman mucho. Lo que yo llamo el chocolatón. Y mucha deuda.

¿Que sobra capacidad? Que quiebre el que tenga que quebrar y se limpie el sistema. Ah, no. Bajo ningún concepto. Ninguna región permite que se cierren plantas. Y pregúntele a los sindicatos qué les parece que una de las empresas quiebre y mande a 20.000 empleados a la calle.

La sobrecapacidad cuesta. Mucho dinero. Unos 5.000-6.000 millones anuales en el sector energético desde la fiesta de «a crecer que superamos a Alemania», según fuentes del sector.

Ante esta situación, con una herencia atroz y consciente de que no hay muchas alternativas, en el Gobierno han optado por la «jibarización del sector completo». Ha sido una decisión de urgencia, cercenando costes, y a la vez intentando que se repartiera salomónicamente.

Sin embargo, la última reforma eléctrica tiene un impacto de entre el 9% y el 23% del beneficio de las empresas afectadas, acumulando un recorte medio desde 2011 del 25-40%, dejando a grupos que ya estaban muy endeudados aún más débiles. Pero lo más importante es que ninguna de las empresas va a generar caja libre en España y puede poner en peligro su calificación crediticia, como comentabaFitch. Además, sitúa la rentabilidad de muchos proyectos afectados por debajo del coste de capital de muchas de ellas. No lo duden, veremos quitas y pérdidas en los proyectos más endeudados.

Sin embargo, llevamos con el riesgo de inseguridad jurídica y cambios regulatorios constantes desde 2004. Cada vez que se anuncia un decretazo alguien se lleva las manos a la cabeza diciendo que nadie va a invertir en España, y sin embargo… no pasa. De hecho, a pesar de cambios brutales de regulación y derechos reconocidos en el BOE, se construyeron decenas de miles de megawatios de nueva capacidad.

¿Por qué? Los cuatro errores que han llevado al sector eléctrico europeo a hundir su rentabilidad.

– «A mí no me va a pasar»: el error más típico de las grandes multinacionales energéticas en los países es llegar y decir que a ellos no les van a tocar. El sector europeo que ha tenido que dotar provisiones por pérdidas de más de 30.000 millones desde 2005.

– «Tengo renta de posición»: invertir sabiendo que la rentabilidad es pobre o el riesgo es alto, pero por lo menos tomo cuota de mercado y así, si las cosas van mal, tengo influencia sobre el regulador y me da subvenciones. 22.000 megawatios construidos sabiendo que la demanda se había estancado.

– «Si gasto hoy, ya me lo reconocerán mañana»: inversiones de 10.000 millones anuales que no se justifican económicamente pero se espera que en algún momento se apruebe una mejora retributiva.

 

– «Que recorten a otro, no a mí»: sectores que son conscientes de que sus rentabilidades son sospechosamente generosas y esperan que, cuando salte el problema, se le pase la factura a otro.

El problema de esta última reforma, en mi opinión, es queel Gobierno no podía hacer más sin llevar a la quiebra a algún operador, y busca lidiar con la herencia del sobrecoste, pero no lo cercena. En el escenario más optimista que he leído (Morgan Stanley), las tarifas tendrán que seguir subiendo a razón del 2-2,5% anual, y a pesar de ello se seguirá generando un déficit –pequeño-, pero todo cuenta. En el escenario más conservador, las tarifas tendrán que subir aún otro 3% anual hasta 2017 para acabar con el déficit… en 2018. Todo si la demanda crece un 1,4% anual. Como no crezca, vendrán nuevas revisiones. Lo avisé en este mismo medio en 2007, 2008 y 2009.

Porque esto nos lleva a la siguiente fase de riesgo regulatorio:

Hasta ahora los países europeos han buscado lidiar con reducir el aumento de tarifas. Pero eso no es suficiente para mejorar la competitividad de nuestras industrias. Las tarifas van a tener que bajar, se lo aseguro, y lo terminará exigiendo la UE. Por eso nadie en Bruselas se ha lanzado a criticar la retroactividad de las medidas de España. Porque la siguiente ola es forzar las bajadas para competir con EEUU, que tiene unos costes de electricidad medios un 45% inferiores.

Los gobiernos europeos saben que la inseguridad jurídica no ha tenido coste para el estado porque siempre hay alguien dispuesto a aceptar más riesgo por menos rentabilidad. Y en nuestro caso particular, porque la amenaza de no invertir es más bien un alivio cuando superamos las necesidades de 2020. En el ministerio de Industria deben pensar «ojalá». Si no ven que esa inseguridad jurídica tiene un impacto, les dará igual.

¿Y cuando vuelva a crecer la demanda? No se preocupen, que sobra. No es solo eficiencia, sino la desindustrialización que provoca precisamente el coste desorbitado de la energía subvencionada (lean El Depardieu silencioso) y que no vuelve.

Los gobiernos deben entender que la planificación optimista y la sobrecapacidad hunden a los países por sus costes acumulados. Las empresas deben entender que participar de esos efectos llamada tiene un enorme coste a medio plazo –corto incluso-. Si una de las dos partes o juntas lo evitan, ambas ganan.

La energía debe ser barata y abundante. Nada más, y nada menos. No hay costes chocolates del loro, ni estimaciones por si acaso. Como no entendamos esos factores como esenciales, estamos abocados a cambios regulatorios eternos.

 

Me dicen que hay preocupación porque las empresas que han perdido entre un 40% y un 65% de valor en bolsa en los últimos años pueden ser objeto de una OPA. No se preocupen. No solo los compradores están también sufriendo en su situación financiera, sino que hachazo regulatorio tras hachazo, han llevado a este sector a ser inexpugnable. No por su fortaleza y calidad, sino por su debilidad y falta de rentabilidad. Evitemos –todos- la planificación de burbuja y con ella la inseguridad posterior. Buen fin de semana.

El tesoro energético de EEUU que desprecia Europa

12/5/2011 El Confidencial

Novecientos mil millones de euros. Esto es lo que se ahorraría Europa en su objetivo de reducir las emisiones de CO2 un 80% en el año 2050 si, además de profundizar en energías renovables, desarrollase sus reservas de gas pizarra como ha hecho EEUU y ahora va a hacer China según un estudio del sector (http://www.centrica.com/files/pdf/making_the_green_journey_work.pdf)  ¿Saben qué va a hacer Europa? Pues como sigan el ejemplo de Francia, amenazar con prohibir la perforación hidráulica de gas pizarra por el excesivo uso de agua.

La guerra contra el gas pizarra ha puesto de acuerdo al sector carbonero, a las empresas gasistas tradicionales y al lobby solar. Por algo será.

A ninguno de los tres les interesa un precio del gas barato, porque han visto como el gas pizarra ha cercenado los precios del gas convencional en EEUU, y por lo tanto el uso de carbón para generación eléctrica y la posibilidad de suculentos subsidios a la energía solar si cae el precio de la electricidad al aumentar el suministro disponible de gas. Gas europeo, no ruso ni nigeriano ni qatarí. Europeo. Y un 50% más barato si la producción crece tanto como lo ha hecho en Estados Unidos. Qué horror. !Prohibámoslo!

Europa cuenta con nada menos que 156 tcm (billones de pies cúbicos) en reservas de gas pizarra. 90 años de demanda cubierta.

La tecnología, gracias a la revolución del gas pizarra en EEUU, está probada, y el impacto ecológico, nulo. Se han hecho muchos informes alarmistas, incluso una película, Gasland, que fue inmediatamente refutada por el propio departamento de Estado de Energia de EEUU… Lo mejor de todos estos informes alarmistas es que en todos ponen una y otra vez que “no han podido confirmar con precisión ninguna de (sus) afirmaciones” (estudio Cornell).

Punto por punto, merece la pena resaltar:

La tecnología de fraccionamiento hidráulica está probada, se utiliza en miles de pozos en Estados Unidos anualmente con total seguridad, y solamente se han dado uno o dos casos de accidentes menores. Los líquidos utilizados en el fraccionamiento de la roca están compuestos en mas de un 99.98% de agua (94.62%) y arena (5.24%), con una minima cantidad de productos químicos, altamente diluidos, fácilmente almacenables y manejados de manera segura.

De esos productos químicos, la mayoría (acido hidroclórico, etanol, metanol, etileno e hidróxido de sodio) se recuperan perfectamente en el proceso de extracción. Ningún departamento estatal o local en Estados Unidos ha encontrado pruebas que demuestren contaminación del agua de los acuíferos. Se utilizan más de 5 mil toneladas de acero y cemento para proteger los acuíferos. El proceso de fraccionamiento de roca ocurre al menos a un kilómetro y medio de profundidad, lejos de los acuíferos.

Este mapa, el de recursos naturales de Europa es lo que ninguno de los políticos y lobbys mencionados, aficionados a los subsidios, quiere que ustedes vean. Prefieren meterles miedo con lo de la independencia energética. Antes de buscar una solución para desarrollar los recursos naturales del continente de manera eficiente, limpia y competitiva, prefieren prohibir. Y luego se quejan de la dependencia energética.

Mientras tanto, China ya ha pre-seleccionado a seis empresas para empezar a desarrollar sus reservas de gas pizarra. Pues bien, solo con utilizar una estimación basada en la productividad conseguida en Polonia por San Leon o Conoco-3 Legs o las áreas más difíciles de EEUU, en diez años China podrá reducir un 10% su consumo de carbón utilizando una energía limpia y con cinco veces menos emisiones de CO2. Todo suma en un país que consume más del 45% del carbón del mundo.

Europa quiere energía barata, pero no quiere nucleares, y ahora parece que no quiere gas pizarra, a pesar de contar con recursos naturales abundantes y suficientes, ya que un estudio de Statoil y Chesapeake sitúa la productividad estimada media de los campos de gas pizarra europeos en un 60% de éxito, sobre todo en Polonia.

Mientras tanto, en el 1er trimestre de 2011 el coste energético que soportan las empresas y consumidores en nuestro país y sus vecinos se situó de nuevo en el más alto de la OCDE. En España la industria sufre el mismo coste de electricidad que los países nórdicos, a pesar de que los precios del pool eléctrico aquí son un 20%, inferiores, pero por culpa del déficit de tarifa galopante y la marejada de subsidios, al carbón, garantías de capacidad, etcétera (no solo las renovables, oiga) sufrimos costes de energía nórdicos para una economía muy frágil como la nuestra. Pero me había olvidado que, como dicen muchos por ahí, la competitividad no importa, el crecimiento es malo y que lo que ocurra en el mundo es irrelevante porque tenemos razón.

En media, la industria europea soporta fundamentalmente tres costes: el coste financiero incluyendo impuestos, los salarios y la energía. No es de extrañar que la Unión Europea, por tanto, sabiendo que los impuestos no van a bajar, centre demasiado trabajo en la energía, pero si continúa empeñada en evitar cualquier riesgo antes de que ocurra, cercenando las oportunidades de generar energía barata, España y sus socios seguirán siendo el 100% del coste de CO2, el 70% de los subsidios energéticos de la OCDE  y verán reducida su capacidad de competir.

Mientras la producción de gas en EEUU ha llevado los precios del gas y la electricidad a niveles altamente atractivos para la productividad industrial, la política del “no en mi jardín” de nuestro país y sus socios continúa. Es fácil quejarse de los malvados países productores porque sube el precio de las materias primas cuando a la vez se cercena la producción doméstica. En vez de colaborar con la industria y monitorizar con una adecuada regulación que el potencial energético se extrae de la manera más segura y ecológica se prefiere prohibir, con el riesgo de hundir la competitividad con costes energéticos prohibitivos mientras rezamos que el resto del mundo cambie.