
La medida estrella del gobierno para “controlar la inflación” era la famosa excepción ibérica. Nunca tuvo sentido como argumento. El hecho de que Portugal y España estén menos interconectados con Europa no es una desventaja en medio de la crisis del gas de Rusia.
España cuenta con la mejor red de plantas de regasificación y prácticamente no compra gas ruso. La “excepción ibérica” es, en realidad, una ventaja con respecto a países como Alemania y Holanda.
La obsesión por intervenir el mercado eléctrico era puramente ideológica. Muchos partidos siguen creyendo que el mercado marginalista es “vender hidráulica y solar a precio de gas”. Y es falso.
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