Los datos de paro de marzo harían indignarse a cualquier persona a la que realmente le importen los derechos de los trabajadores. Sin embargo, como el objetivo de la izquierda no es el progreso, sino el control, tenemos que tragar la rueda de molino de su euforia con los datos de empleo.
Mi padre escribió hace años un ensayo llamado “Trabajadores precarios, trabajadores sin derechos”. Como intelectual de izquierda, jamás se imaginó que la institucionalización de la precariedad la iba a imponer, con el beneplácito sindical, un gobierno de coalición socialista y comunista. En tantas charlas que compartimos, yo siempre le decía que “cuanto más lejos del libre mercado, más cerca de la precariedad total, porque dependes de políticos extractivos y confiscatorios”.
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