El gran riesgo de responder con aranceles al proteccionismo construido desde hace dos décadas por la Unión Europea es que los gobiernos usen la excusa del chivo expiatorio para doblar su intervencionismo. Y así ha ocurrido. El plan de Sánchez de 14.000 millones de euros es otro ejemplo de publicidad vacía.

No elimina ni una de las trabas, aranceles, impuestos y cargas que asfixian a la industria, ganadería y agricultura y, como solución a las exigencias de Estados Unidos, propone -oh, sorpresa- darles préstamos, crear más comités y grupos de estudio y -cito- “buscar nuevos mercados”. América tiembla.
Fíjense lo que ya ha conseguido Trump: tenemos a líderes socialistas convertidos de la noche a la mañana en defensores acérrimos del libre comercio, la libre empresa y la apertura de mercados. Fascinante.
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