La inflación no es una casualidad ni una fatalidad. Es una política.
Los gobiernos pueden reducir la inflación cuando lo deseen, pero no lo hacen porque el mayor beneficiario del aumento constante de los precios agregados es el gobierno. Conviene recordar que el IPC no es “la inflación”, es una medida de inflación. La inflación es la pérdida del poder adquisitivo de la moneda.
La inflación según el IPC en mayo en España es del 3,6 % según el cálculo del IPC del INE. Esto supone un IPC acumulado más de un 20,2% desde enero de 2019. Y eso que se ha modificado el cálculo de la cesta del IPC en toda la zona del euro. La inflación según IPC en la eurozona ha subido al 2,6 % en mayo. España lleva ya siete meses registrando un nivel de subida de precios superior al de la media de la eurozona.
El gobierno y su pléyade de propagandistas te intentan convencer de que la subida de los precios es causada por todo y cualquier cosa, excepto aumentar masivamente la cantidad de dinero, muy por encima de la demanda del sector privado. Sin embargo, lo único que puede hacer que los precios agregados suban, consoliden ese aumento y sigan subiendo, aunque sea a menor ritmo, es la destrucción del poder adquisitivo de la moneda que emiten los estados por la emisión de mucha más de la que demanda el sector privado.
El intervencionismo más abyecto te dice que la inflación muestra que hay un déficit de producción y que no viene por aumento de la cantidad de moneda. Es una falacia de tal calibre que no debería ser ni debatida. El Estado emite una cantidad enorme de moneda, y aunque la producción aumentase, no puede evitar que todo aquello que importamos, desde componentes a materias primas, nos cueste mucho más medido en la moneda local. No. Un aumento generalizado de la producción no elimina la inflación si el estado sigue consumiendo nuevas unidades de moneda para aumentar artificialmente su peso en la economía.
¿Por qué hay defensores del inflacionismo? Pero es la mejor manera de disparar el peso del estado y absorber los recursos creados por el sector productivo pagados con una moneda que cada vez vale menos.
La inflación es el equivalente a un impago implícito de deuda. El Estado emite una promesa de pago y la devuelve con un valor decreciente.
No hay ningún dato en el IPC de mayo que justifique una subida de tipos.
Primero, la cantidad de moneda en el sistema calculada por el BCE está repuntando de manera significativa en la última nota de agregados monetarios. Es más, el cálculo de la cantidad total según el método de Murray Rothbard (True Money Supply), que incluye fondos monetarios en agregados financieros, muestra que la cantidad de dinero no se redujo en 2023 y lleva aumentando de manera significativa en 2024.
La tasa de crecimiento anual del agregado monetario amplio de la eurozona, M3, aumentó al 1,3 % en abril de 2024 desde el 0,9 % en marzo. Si hacemos el cálculo de oferta monetaria real, el dato sería de +4,5% en abril de 2024, coherente con una inflación por IPC del 2,6% y acumulada del 21% desde enero 2019.
Segundo, bajar los tipos sería un incentivo para continuar aumentando los desequilibrios estatales en países que se han negado a controlar el déficit y que encima se han aprovechado de la inflación para recaudar más.
Tercero, una bajada de los tipos es un incentivo para aumentar la cantidad total y el ritmo de aumento de la masa monetaria. No olvidemos que la inflación de servicios supera el 4 % anualizado en la eurozona.
Cuarto, los problemas de la eurozona no vienen de las subidas de tipos. La eurozona ya estaba en estancamiento con tipos nominales negativos y en medio del Plan Juncker y sigue en estancamiento en medio del Next Generation EU Fund.
Quinto, no tiene sentido bajar los tipos cuando la oferta de crédito no se ha reducido (de hecho, sube) y la demanda de crédito se mantiene estable. La tasa de crecimiento interanual de préstamos a hogares sube un +0,2% en abril. El crédito a sociedades no financieras subió un 3%, según el BCE.
¿Y cómo imprime dinero sin control España si no tiene moneda propia? El déficit del Estado es imprimir moneda. Como además se financia gracias al paraguas de Europa y a tipos que no concuerdan con el riesgo y solvencia real del Reino de España, el impacto inflacionario es menor. Alemania y la eurozona disfrazan el riesgo inflacionista real. Piensen por un momento cuál sería la inflación de España con moneda propia. No lo tienen que imaginar. Los que peinamos canas recordamos niveles de inflación del 14-16 %.
Menos mal que estamos en la zona del euro. Gracias al gigantesco superávit comercial de la UE y al poder económico de Alemania y eso que se llama “los frugales” estamos evitando caer en una espiral inflacionista estilo Turquía o Argentina, espiral a la que nos habrían llevado las políticas “sociales” que siempre empobrecen al que fingen proteger.
Eso sí, el desequilibrio fiscal que no se manifiesta por elevadísima inflación se manifiesta por un aumento de deuda pública del 5 % en lo que va de año hasta 1,6 billones (2,06 billones de euros de pasivos totales de las administraciones públicas). Y la deuda es inflación futura.
Si, además, la economía de la eurozona no está en recesión y el empleo se mantiene sólido, ¿qué razón hay para bajar los tipos? Solo una. Que los estados manirrotos se financien más barato, aunque se lleven por delante los ahorros en depósitos y la renta per cápita ajustada por poder adquisitivo de los ciudadanos de la eurozona. El estado te promete cosas gratis y te las cobra por adelantado con menos poder adquisitivo y empobrecimiento. A eso lo llaman política monetaria y fiscal inclusiva. Demos gracias todos los días a que no tenemos moneda propia, porque estaríamos hoy casi como Argentina con esas políticas tan “sociales” que alabaron Sánchez y Díaz en las elecciones y que han llevado al país a la miseria.
Muy claro y meridiano, creo q los estados no podrían vivir sin esta inflación.Luego se queja la sra calviño de la remuneración de los pasivos de bancos cuando ellos son los primeros desgarradores del poder adquisitivo