Nos hemos pasado unas semanas escuchando que el petróleo “arrastra a las bolsas” y estos últimos días, sube el petróleo y baja la bolsa. ¿Nos ponemos de acuerdo o qué?
Ya lo expliqué yo en su momento, el petróleo no es una causa, sino una consecuencia. Una consecuencia del exceso de capacidad y de la ralentización global. Por lo tanto, tiene todo el sentido que la correlación casual –que no causal- entre petróleo y bolsas se haya roto con el rumor de que Rusia y la OPEP podrían recortar un 5% de producción.
Los datos que llegan a los productores sobre demanda empiezan a ser preocupantes
¿Por qué? Porque esa decisión –si ocurre- es laconstatación del exceso de suministro, cuantificado en 2 millones de barriles al día, casi cuatro millones y medio de capacidad ociosa. Y también muestra que el mercado no solo se encuentra muy bien suministrado, sino que los datos que llegan a los productores sobre demanda empiezan a ser preocupantes, tras un año 2015 espectacular.
Vayamos por partes. La supuesta reunión Rusia–OPEP nacería con tres problemas relevantes.
- El primero, que en cuanto retirasen producción del mercado lo compensaría rápidamente EEUU. No es una casualidad que Oasis Petroleum lanzase una ampliación de capital del 24% a velocidad de vértigo en cuanto el petróleo ha subido.
- El segundo, que a esa supuesta decisión de recorte de producción no acudiría ni Irán –recién salida del embargo y que ya ha anunciado el aumento de suministro y bajada de precios a sus clientes- ni Irak –que es invitado, pero no miembro sujeto a cuota de la OPEP y ya está produciendo por encima de los niveles máximos pre-derrocamiento de Saddam.
- El tercero, que la capacidad de monitorizar ese recorte para evitar que “engañen” en las cuotas es muy limitada, sobre todo cuando Venezuela y la propia Rusia tienen un incentivo de maximizar sus ingresos en dólares. Y la historia nos muestra que en un 95% de los casos, los países se saltan las cuotas (por eso llevan años hablando de producción conjunta y no de cuotas individuales).
Otra parte muy importante de la ecuación macroeconómica es que, con un 70% de indicadores adelantados ya publicados, la ralentización global se distingue por ser mucho más rápida de lo esperado. El efecto desinflacionista de esa ralentización es mayor a lo imaginado porque no habíamos analizado el terrible efecto que ha supuesto la acumulación lenta, pero inexorable, desobrecapacidad productiva en el mundo. Todo esto puede hacer que la demanda de crudo no se acerque, ni de lejos, al crecimiento de 1,5 millones de barriles al día estimados. Y si el crecimiento de la demanda decepciona, adiós “efecto recorte”. Porque ninguno de los países productores se puede permitir recortar más de un 5% (y yo, de hecho, dudo que se puedan permitir reducir la producción más de un 1%).
Los mensajes de la Reserva Federal de ayer también apuntan a un enfriamiento económico. Y hoy lo hemos comprobado en el dato de pedidos.
Según Capital Economics, el crecimiento global en el cuarto trimestre de 2015 se situaría en el 2%, el más bajo en tres años.
Las exportaciones de Alemania a China entre enero y noviembre caían más de un 4%, una cifra que casi duplica la caída de exportaciones sufrida en el mismo periodo en la crisis asiática de 1997.
Japón ha anunciado tipos de interés negativos ante la bajada de expectativas de crecimiento.
Si las economías de Alemania –como comentamos ayer- y EEUU muestran ese nivel de deterioro en un entorno de bajos precios del petróleo –que benefician al consumo y a las importaciones-, debemos por lo menos estar alerta.
Es evidente, a estas alturas y con las más que optimistas estimaciones delBanco Mundial o el FMI, que el efecto “positivo” del menor precio del petróleo y las materias primas que sirven de insumos industriales, no compensa ni de lejos el efecto negativo de la desinflación de activos y el retroceso para todos que supone la guerra de divisas.
Ya hace un tiempo avisamos que no es el PIB de China, es el efecto de su frenazo en los precios globales y en la incapacidad de reducir sobrecapacidad.
Y ese impacto, aunque nos guste pensar en las valoraciones, aún no está reflejado en los múltiplos de los activos de riesgo. Buscar valor exige preguntarse sin hacernos trampa a nosotros mismos. ¿Qué empresa descuenta dos años de cero crecimiento de beneficios? ¿Quién garantiza que el dividendo será pagado con caja y no con acciones o deuda?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
Gran artículo como siempre Daniel, nos vemos el martes en «Ante todo, mucha calma:
inversión en un entorno de bajo crecimiento»
Un saludo.