Los gobiernos no bajan los precios. Si los gobiernos bajasen los precios, Argentina y Venezuela tendrían la inflación más baja del mundo, no de las más altas.
Los “controles de precios” no bajan la inflación y no lo han hecho nunca. Solo generan escasez y miseria. Argentina lleva décadas con controles y subsidios añadidos a más controles y subsidios y la inflación sigue desbocada.
Argentina es un país rico, empobrecido hasta la miseria por la política monetaria y fiscal más extractiva y confiscatoria de los países cercanos.
¿Por qué se dispara la inflación?
En marzo se estima que la inflación mensual llegará al 5%, mientras que la anual superará el 52%.
Dice el presidente Fernández que “de la inflación 40 puntos son nuestros y 10 son por la guerra de Ucrania”. Y es falso. Por la posición privilegiada de Argentina, la fuera de Ucrania restaría inflación en condiciones normales, ya que las exportaciones de soja, petróleo y productos agrícolas y ganaderos estarían subiendo mucho.
Las subvenciones financiadas en una moneda que se imprime sin control están disparando la inflación. Monetizar un gasto público completamente hipertrofiado es la causa de la inflación. El aumento de la masa monetaria en pesos -imprimir pesos- muy por encima de la demanda es la causa de la inflación.
¿Por qué tiene Argentina una inflación del 52%, casi cinco veces superior a la de sus países
comparables? Por destruir el peso argentino imprimiendo sin control.
Uruguay, muy cerca, tiene una inflación de 8,5%, Colombia un 8% y Chile un 7,8%.
Según el Banco Central de Argentina, a 30 de marzo, el aumento de base monetaria desde 2017 es del 352%. En los últimos diez años es una cifra salvaje, un aumento de 1.484%. Solo este año, el aumento de base monetaria excede el 38,5%.
Argentina aumenta su base monetaria más de siete veces por encima de lo que lo hace la Reserva Federal en EEUU y lo hace con demanda global, local e internacional, decreciente.
El gobierno y banco central de Argentina son la causa. No solo se dispara el gasto público sin rentabilidad económica real y ahoga a los sectores productivos y exportadores con el desastroso cepo cambiario, que es el robo a los exportadores de sus reservas. Lo peor es que ignoran la realidad empírica: La demanda de pesos dentro y fuera de Argentina lleva desplomándose años.
Un bien o servicio puede subir de precio por un efecto coyuntural, pero no se genera una subida generalizada de la inmensa mayoría de los precios a igual cantidad de dinero. Cuando nos intentan convencer de que la inflación no tiene una causa monetaria, nos hacen mirar un bien o servicio que ha subido, por ejemplo, un 50% coyunturalmente, pero nos ocultan que la mediana de los bienes y servicios esenciales y de uso continuado sube más que el índice de precios al consumo cada año.
Nadie quiere pesos porque el ciudadano o empresa sabe a ciencia cierta que el poder adquisitivo de la moneda va a ser demolido por la política depredadora del gobierno. Es decir, el sector público, ahogando al sector privado con el impuesto inflacionario y la fiscalidad confiscatoria, los controles de cambio y el exceso de gasto corriente financiado con una moneda que nadie quiere, es el único factor relevante que explica la inflación.
Los gobiernos de Argentina, con la política fiscal y monetaria extractiva y confiscatoria, han
devastado la economía, hundido la confianza en el peso, que es hoy una moneda casi irrelevante que ha perdido más del 99% de su valor en pocos años, y sigue poniendo palos en las ruedas del potencial de un país rico, con enormes posibilidades y con talento suficiente para crecer.
Cuando piensen en el empobrecimiento generalizado de la población que es la inflación, solo hay un culpable: Imprimir pesos sin demanda ni control para financiar un gasto político insostenible.