La decisión del gobierno de Argentina de poner un impuesto a la riqueza reincide sobre la equivocada política fiscal del país.
En mis clases siempre hablo de la “paradoja argentina”, que es aquella obsesión por subir constantemente los impuestos y siempre recaudar menos que otros países más atractivos fiscalmente. Argentina tiene la mayor carga fiscal a empresas y trabajo de la región y recauda menos porque expulsa talento y riqueza con una política fiscal y monetaria extractiva y confiscatoria.
La extracción constante de rentas productivas, sea de la inversión, el empleo o el comercio internacional para mantener un gasto público disparado e ineficiente es una de las principales causas por la que un país rico y con potencial como Argentina es hoy pobre y lleva años en estanflación o recesión.
El impuesto a la riqueza propuesto no es diferente. Vuelve a incidir en esa visión extractiva y confiscatoria de la economía. En la Unión Europea se ha eliminado en casi todos los países porque genera muy poca recaudación, pero expulsa a mucha inversión potencial. El impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones y donaciones han sido eliminados en la inmensa mayoría de países por su nulo efecto en la reducción del déficit, baja recaudación, pero a su vez enorme impacto negativo en el atractivo inversor del país. La tendencia normativa europea ha sido la eliminación total o, en algún caso, a una aplicación residual.
En concreto, en lo que respecta al impuesto sobre la riqueza, España es una excepción en la UE, ya que es el único país en el que aún se aplica, después de que Francia lo suprimiera a partir del 1 de enero del 2018.
La evidencia en toda la OCDE es que es un impuesto nefasto en cuanto a capacidad recaudatoria y sin efecto positivo real. Los países de Europa descubrieron que los impuestos a la riqueza aceleraban la fuga de capitales y la salida de empresas y además recaudaban muy poco.
Primero, no financia los servicios públicos ni las ayudas sociales.
Si miramos a la lista de países que mantienen un impuesto a la riqueza, consigue recaudar entre un 0,07% y un 0,44% del PIB. En un país como Argentina, donde el gasto público se ha disparado a un 42% del Producto Interior Bruto incluyendo provincias y municipios, es irrelevante en ingresos -si consigue recaudar algo en un país ya devastado por una fiscalidad altísima-. Solo existe un país que recaude un 0,98% del PIB y es Suiza, pero es un país líder en libertad económica y facilidad para hacer negocios, no como Argentina que es uno de los más bajos en esos rankings, y en Suiza la fiscalidad para el capital, la inversión, la renta y el empleo es muy atractiva y su legislación se centra en atraer capital e inversión mundial.
Segundo, incentiva la salida de capitales y fuga de empresas.
El impuesto sobre la riqueza grava activos no líquidos y no vendidos, por lo cual debe ser pagado con rentas líquidas, lo que equivale a elevar el gravamen a la renta de los contribuyentes más ricos. Dado que Argentina ya tiene una de las fiscalidades más agresivas de la región para las rentas altas, simplemente llevará a los pocos que quedan a desplazarse a otro país, ante la imposibilidad de pagar un impuesto calculado sobre una valoración gubernamental de una riqueza no liquidada.
Hacer pagar sobre activos no liquidados que vienen de actividades que ya pagaron impuestos y que ya tienen una fiscalidad alta es simplemente una forma de expropiación.
El impuesto sobre la riqueza además de hacer pagar en líquido sobre activos no liquidados, introduce una valoración subjetiva decidida por el que recauda, el gobierno, y supone un ejercicio de confiscación al gravar a activos y patrimonios que son el resultado del ahorro e inversión generados después de pagar decenas de impuestos.
Lo triste de todo esto es que se hará, será un fracaso sin paliativos, hará a Argentina un país todavía más pobre y con menos entrada de inversión y empleo, pero los políticos seguirán diciendo que recaudan poco y que tienen que subir más los impuestos. La paradoja argentina de siempre: Cuanto más sube los impuestos más reduce su potencial de crecimiento.
Buenos días,
La fábula, nuevamente…..
Diez amigos se reunían en un bar para charlar y beber cerveza. La cuenta total de los diez hombres es de $100. Acuerdan pagarla de la manera proporcional como si fueran impuestos, según la escala de riqueza e ingresos de cada participante: Los primeros 4 hombres (los más pobres), no pagan nada; el 5.º paga $1; el 6.º paga $3; el 7.º paga $7; el 8.º paga $12; el 9.º paga $18 y el 10.º (el más rico) paga $59.
Un día el dueño del bar les comunicó que por ser buenos clientes, les rebajaría el 20% de la cuenta. Los tragos ahora costarán $80 en total.
El grupo se planteó seguir pagando la cuenta en forma proporcional. Pero, ¿cómo debían repartir los $20 de rebaja de manera que cada uno recibiese una porción justa del beneficio?
Entonces el barman sugirió una fórmula en función de la riqueza de cada uno, y aconsejó esta proporción: El 5.º bebedor, lo mismo que los cuatro primeros, no pagarían nada (100% de ahorro); el 6.º pagaría ahora $2 en lugar de $3 (ahorró 33%); el 7.º pagaría $5 en lugar de $7 (ahorró 28%); el 8.º pagaría $9 en lugar de $12 (ahorró 25%); el 9.º pagaría $14 en lugar de $18 (ahorró 22%) y el 10.º pagaría $50 en lugar de $59 (ahorró 16%). La fórmula pareció bien a todos en ese momento.
Pero un día comenzaron a comparar los beneficios recibidos. “Yo sólo recibí $1 de los 20 ahorrados” dijo el 6.º hombre y señaló al 10.º bebedor (el más rico), diciendo “pero él recibió $9 de beneficios”. El 5.º hombre (quien ahora no pagaba) dijo: “Yo también solo ahorré $1, es injusto que él reciba nueve veces más descuento que yo, siendo el más rico de todos nosotros”. “Es verdad”, exclamó el 7.º hombre. “¿Por qué recibe él $9 de rebaja cuando yo recibo solo $2?”. Los primeros cuatro amigos, que no pagaban ni un centavo por beber, reclamaron al amigo rico no haber recibido nada de los $20 de rebaja.
La noche siguiente, el 10.º hombre no acudió a beber en virtud de todos estos reclamos; de modo que los 9 restantes se sentaron y bebieron sus cervezas sin él. Pero, a la hora de pagar la cuenta, descubrieron algo inquietante: entre todos ellos no juntaban ni siquiera la mitad del dinero para pagar la cuenta.
Dicen que el amigo rico está bebiendo en el extranjero, en un bar amigable para las personas que pagan más por sus bebidas.
Como puede intuirse tal como se redactó, viene de aquel hermosísimo país.
Daniel, te agrego algo mas: Los políticos (quienes votaron esta ley) durante la pandemia, no se bajaron un centavo de su sueldo por orden del presidente tirano de Alberto Fernández quien dijo que bajarle los sueldos a los funcionarios públicos era «demagógico». Este mismo sujeto dijo al comenzar las cuarentenas que a los empresarios les tocaba ganar un poco menos. No(quiso) se dio cuenta que fundió a todas las pymes del pais y genero mas pobreza, mas hambres, mas indigentes en pos del objetivo sanitario que fracaso de todas maneras, están Argentina entre los 10 paises con mas muertos por millón de habitantes…
Saludos desde la triste Argentina.