Ayer el gobierno alemán revisaba a la baja sus expectativas de crecimiento a un 1,7% desde su estimación anterior del 1,8%. No es para alarmarse. Pero sí es verdad que estamos viendo las economías, que supuestamente sostendrán el crecimiento en 2016, retocar sus estimaciones muy pronto. ¿Podemos ser optimistas? En Alemania suelen equivocarse menos sobre sus expectativas, al menos a la baja. Es decir, no suelen pecar por exceso. Pero es obvio que la ralentización china y la caída de emergentes tiene un impacto sobre una economía como alemana, exportadora.
El que piense que esa revisión se va a realizar tirando de la expansión fiscal volverá a equivocarse. Alemania mantendrá el objetivo de equilibrio en sus cuentas. Si se da una caída de ingresos, reducirá gastos.
Los datos del índice de clima empresarial alemán tienen una buena correlación con el crecimiento del PIB y apuntan a que la tendencia siga, como mínimo, en contracción moderada.
Hay muchos economistas que piensan que la solución a todo es que losalemanes se endeuden y tiren de la demanda de la Unión Europea vía sus importaciones. Pero cualquiera que haga los cálculos sabe que no genera crecimiento.
Si tomamos las exportaciones a Alemania y las aumentásemos a ritmo de un 10% anual, el impacto total sobre el PIB no superaría el 0,3% incluso siendo muy optimistas con el efecto multiplicador –que ya saben ustedes que siempre se magnifica en las estimaciones. Desde JP Morgan a Capital Economics no estiman un impacto neto positivo en el PIB de los países que exportan a Alemania hasta que se supere el aumento del 7-8% ya que es prácticamente imposible que se generase empleo y efecto multiplicador cuando la mayoría de empresas cuentan con sobrecapacidad desde ya antes de la crisis (en 2008 ya era del 20%). Ya explicamos los errores de estimular la demanda interna artificialmente aquí.
La Unión Europea no puede suplir la ralentización de los países emergentes con estímulos monetarios
Lo que nos cuenta la previsible moderación del crecimiento alemán es que laUnión Europea no puede suplir la ralentización de los países emergentescon estímulos monetarios, y que el error de tirar de la demanda interna solo empeoraría el ya acuciante problema de sobrecapacidad.
Teniendo en cuenta que los bajos precios del petróleo y un euro devaluado son factores que deberían ser muy beneficiosos para Alemania (en sus exportaciones), el crecimiento volverá a cimentarse sobre la mejora de la demanda interna, no por elefantes blancos y estímulos estatales, sino por consumo. Aumentando el empleo y mejorando la renta disponible de los ciudadanos evitando subir impuestos por tirar de gasto público.
Si Alemania entra en un periodo de estancamiento, puede poner en riesgo parte del crecimiento del resto de la UE, es por eso que la mejor manera de prepararse es moderar el gasto y continuar con superávits comerciales. Ante el invierno, acumular fuerzas, no gastarlas.
Recordemos que las expectativas de consenso asumen que las estimaciones de crecimiento en la Unión Europea y Alemania se revisen al alza. Variosanalistas estimaban un 2,1% para Alemania en 2016. La fe en otro aumento del plan de recompra del BCE es cuando menos ingenua, pero esperar que la demanda interna supla toda la caída de exportaciones y frenazo emergente es simplemente irreponsable. Desde que se lanzó dicho programa, las estimaciones de crecimiento de PIB se han reducido un 15%. Pero alguno dirá que “habría sido peor”.
De la misma manera que debemos prestar atención a las economías que están en decrecimiento evidente, tenemos que estar muy atentos a aquellas que, mostrando una solidez envidiable –y ese es el caso de Alemania-, puedeninclinar la balanza hacia nuevas revisiones a la baja del crecimiento de la UE y el mundo. Desde luego, tenemos ya que tener muy en cuenta que todos los que esperaban entre un 2 y un 2,3% de crecimiento ahora tendrán que modificar esas expectativas. Y en economía, lo que importa es el deterioro o mejora marginal con respecto a lo esperado.