El episodio reciente de la que puede ser una de las mayores quiebras en España, de la que Alberto Artero alertaba ya hace tiempo, no es, como ha dicho algún medio de comunicación, un caso español o aislado.
En los últimos años, en el mundo han quebrado más de 112 empresas solares, no por la inviabilidad de la tecnología, ni por recortes puntuales de regulación, sino por un modelo de negocio que no tenía nada que ver con la energía y era en realidad ‘constructor-promotor’, extremadamente endeudado (hasta el 90% a nivel proyecto y hasta 11 veces ebitda a nivel grupo) y dependiente de subvenciones. Y hay que diferenciar entre buenos y malos.
Mientras los ineficientes decían que la tecnología era cada vez más competitiva, esas mismas empresas caían ante su imposibilidad de competir. En los últimos meses han quebrado (con distintos modelos, pero un denominador común, la falta de competitividad y balance desorbitado) Solland, Tianwei, etc… Un rosario de quiebras a nivel global tras recibir más de 90.000 millones de dólares de subvenciones en todas esas empresas ineficientes.
Curiosamente, las mismas empresas que dicen que no necesitan subvenciones para competir son las que piden que se mantengan y muestran que no pueden sobrevivir si se reducen (lean ‘Empresas solares quiebran cuando se reducen los subsidios’)
Pero debemos diferenciar entre empresas eficientes y bien gestionadas, de las que tenemos muchas en España, que han reducido endeudamiento y se han diversificado correctamente, de las que han caído ante la llamada de subvenciones para endeudarse en una carrera similar a la maldición de “si corres, te duele, si andas, te duele más y si te paras, te mueres”. Correr para quedarse quieto. La patada hacia delante constante entrando en una espiral de deuda, aumento del capital circulante y doblar la apuesta esperando que todo cambie.
Ese modelo ha muerto.
Pero estas quiebras no son una mala noticia para el sector, para aquellas empresas que han apalancado proyectos menos del 40%, para los que no dependen de precios crecientes y subvenciones.
No solo el sector solar es hoy mucho más sólido, en parte gracias a la quiebra de los malos, sino que el crecimiento sigue imparable, con crecimiento global de instalaciones de doble dígito. Lo que no pueden es esperar que la viabilidad de su negocio la den la inflación de costes o las subvenciones.
Porque no nos engañemos, el problema de esa gran parte del sector es la incapacidad de grandes operadores de sobrevivir a un entorno de sobrecapacidad productiva (por eso caen los precios de los paneles hasta un 90%) y la imposibilidad de ser rentables sin subvenciones. De hecho, el propio presidente de la asociación de industrias solares de EEUU admitía que la mayoría no podían sobrevivir sin ayudas.
Las cifras en EEUU de sectores subvencionados y deficitarios han sido importantes. Según la Heritage Foundation, solamente en 2009 se habían subvencionado y perdido más de 8.000 millones de dólares de proyectos en quiebra. Han costado ya más de 1.200 millones de dólares de pérdidas adicionales al contribuyente y destruido, no creado, puestos de trabajo. De hecho, 22 de los 26 proyectos financiados por la Administración a través del programa Section 1705 han generado pérdidas y están categorizados como ‘basura’, la mayoría de ellos, solares. ¿El error? Pensar que las subvenciones iban a ser eternas y que el adjetivo ‘verde’ justificaba el exceso de deuda.
Este entorno, sin embargo, es perfecto para los eficientes. No solo se beneficia de un crecimiento global impresionante, sino de paneles mucho más baratos y la compra de activos de los ineficientes a precios atractivos. Los que siguen un modelo energético, no promotor. Por eso no temo por los trabajadores e ingenieros, ya que la demanda de talento continúa.
Lo comento en ‘La Madre de Todas las Batallas’ (Deusto). El mundo de la energía siempre ha sido así. En petróleo, en gas, en carbón o viento, se han mejorado la eficiencia y la competitividad desde la competencia, las quiebras y absorbiendo a los que confiaron en el ministerio y la deuda para parecer grandes cuando en realidad eran gordos. Y la obesidad se paga.
Las quiebras de empresas solares, como de petroleras ineficientes o cualquier industria, seguirán ocurriendo porque el modelo de balance y negocio era equivocado, no por la tecnología. El viento ha demostrado ser competitivo y también se han dado quiebras en países de todo tipo. Pensar que el buenismo subvencionador lo va a evitar es ingenuo. No lo solucionan ni los tipos bajos ni la alta liquidez, porque el error es el modelo de negocio, no la tecnología. En España, hoy, muchas empresas del sector renovable demuestran que pueden competir y mejorar en este entorno. Pero ante casos como este, diferenciemos. Porque los ganadores se están fortaleciendo.
hola Daniel, gracias por tus comentarios, me leí tu libro de la madre de odas las batallas y me pareció muy interesante aparte de ilustrarme en un sector tan complejo como el de la energía. Me interesaría saber cuales son las empras cotizadasde fracking i energetcas i energia solar mas ineficientes y las mas efecientes, puedes acosnejarem fuentes, datos etc?
gracias